Carta blanca (hall pass)
A estas alturas, los Hermanos Farrelly no van a engañar, ni sorprender, a nadie. Siguen a lo suyo, con su humor políticamente incorrecto, plagado de escatología, sexo y machismo a granel. Todos sus films son similares en su temática, por lo que su discurso (el hombre es imbécil, la mujer aburrida) tiene coherencia, lo que no equivale a ningún rastro de personalidad cinematográfica, ya que esta, brilla por su ausencia en la puesta en escena de los Farrelly. Pero, en este caso, eso es lo de menos.
Este tipo de films no funcionan, si fallan en su cast. Los protagonistas deben ser lo suficientemente entrañables y divertidos, para que les pasemos por alto sus conductas bochornosas. En ese aspecto, Carta Blanca es todo un acierto. Owen Wilson y Jason Sudeikis, son los perfectos maridos aburridos, a los que sus mujeres (Jenna Fischer, Christina Applegate) dan carta blanca (una semana de libertad en el matrimonio). Ambos se benefician de su mutua, y evidente, química, y llevan la película con ritmo, asegurando las carcajadas en todo momento.Lo mejor que puede decirse de Carta Blanca es que resulta bastante graciosa. Tiene gags acertadísimos (la comida falsa, y el plano de Sudeikis es para enmarcar), que van de lo sexual (las fotografías mentales) a lo escatológico (el brillante estornudo), pasando por la stone comedy (el episodio fumado en el campo de golf). El número de carcajadas es elevado, motivado en gran parte por su reparto, y nos hace olvidar estupideces de los hermanos como Amor Ciego o Paso de Ti.
Si destacamos a los protagonistas, no podemos hacer menos con los secundarios, especialmente a Stephen Merchant, el agente de Ricky Gervais, en la excelente serie británica Extras, que protagoniza el divertidísimo epílogo del film (de lo mejor del film). Es en este momento, y en una especie de flash forward de Owen Wilson, donde los Farrelly arriesgan algo más y consiguen sorprender al espectador. Otro que se come la pantalla, es un pasado de vueltas Richard Jenkins, con un papel imposible, al estilo de Keith Richards, al que no le falta un detalle: sombrero, colgantes, anillos y un apetito sexual insaciable.Es cierto que su argumento, y el desarrollo del mismo, se sabe a los diez minutos de que haya empezado el film, y solo en la frase que cierra la película, los Farrelly demuestran que si, de verdad quisieran, podrían salirse del esquema habitual y ofrecer un producto verdaderamente arriesgado.
No tiene sentido ofenderse por lo propuesto por los Farrelly, algo que sigue ocurriendo. Es cierto que a veces se les va la mano con el machismo (el castigo al personaje de Applegate), pero hay que ser conscientes del producto que va a verse, que no es otra cosa que una comedia de colegas, políticamente incorrecta, con la que echarse unas, sanas, risas desprejuiciadas. Servidor, y Galíndez, lo pasaron en grande, y los Farrelly suelen decepcionarme film a film, por lo que Carta Blanca se sitúa, sin problemas, entre lo más destacado de su filmografía. Mucho tiene que ver, que ahora los hermanos hayan girado la cabeza hacía Apatow, que sí sabe lo que se hace.