El amor y otras cosas imposibles (love and other impossible pursuits)
La menuda Natalie Portman se ha convertido en un rostro habitual de la cartelera en este último año. Cuando se estrene el film que nos ocupa, el día 22 de abril, es muy probable que la actriz tenga tres películas en cartelera: Cisne Negro, si amigos, el mejor film del año aún tiene tirón comercial, Sin compromisos, la comedieta con el insoportable Ashton Kutcher y esta El amor y otras cosas imposibles.
Pues bien, la actriz, de tan solo 29 años, se convierte en el único atractivo del film. Portman demuestra proyecto a proyecto, que es capaz de abordar distintos tipos de personajes, resultando creíble en todos ellos. En el film compone un personaje hasta cierto punto desagradable, roto por dentro, desencantado de la vida y acierta en su construcción, especialmente en los pequeños detalles. Lo mismo le da una bailarina esquizoide, una madre que ha perdido a su hija o una guerrera medieval, en la próxima Your Highness, Portman suele acertar. La carrera de la actriz se encuentra en un momento dulce, y me atrevería a decir, que se trata de la intérprete más interesante de la actualidad.El problema es que ya se han acabado los puntos positivos de El amor y otras cosas imposibles. No hay nada más allá de la interpretación de Portman.
El film carga en exceso las tintas en el aspecto melodramático. Es cierto que la historia de una madre primeriza, que pierde a su bebé por una muerte prematura, es una idea dura, muy dolorosa, pero de nada sirve recrearse en la miseria. Hay a quién este enfoque le sale bien (me viene a la cabeza Todd Solondz) pero de nada sirve cuando se hace con unas formas tan de tv-movie como el film que nos ocupa. La puesta en escena de Don Roos es simple, pero no efectiva.Otro fallo del film es que, con el objetivo de resultar lo más melodramática posible, acumula situaciones y personajes, que no terminan de llegar a ningún lado, dando lugar a un film disperso, donde uno no sabe muy bien hacía dónde quiere llevar el director la historia.
Más acertado hubiera sido enfocar la historia en la relación de Portman con su hijastro, añadiéndole algo de sentido del humor al conjunto, pero tampoco se profundiza en este aspecto, siendo otro de los, muchos, recursos “tristes” que maneja Roos. Irritante resulta, como siempre, que un niño de 9 años sea capaz de dar ese tipo de réplicas a su madrastra. ¿No hay niños normales? ¿Todos son tan ingeniosos?El mayor error es que a pesar de todos los recursos, y el empeño del director, nunca consigue tocar las cuerdas emocionales del respetable, al que solo le queda disfrutar de la buena interpretación de Portman.
Y para finalizar, que Lisa Kudrow finiquite su carrera de una vez. Ganaríamos todos.