El patio de mi cárcel
El Patio de mi Cárcel nos trae la historia de un grupo de reclusas que se han acostumbrado a la vida entre rejas, que no saben qué hacer al salir de nuevo a la calle, pero que no piensan en otra cosa. La vida es rutinaria dentro de la cárcel y las relaciones entre las reas suele ser buena, pero todas necesitan algo, una brizna de aire fresco que poder gozar, para no sentir que les faltan muchos años para salir de ese lugar repleto de mentira, obstáculos y funcionarias que no las traten como deben.
La película comienza fuerte, con el atraco a un banco, que motiva la reentrada en la cárcel de Isabel, una adicta a la heroína y al riesgo, interpretada por una sublime Verónica Echegui, que demuestra su versatilidad y su gusto por los personajes problemáticos y al límite. Ella tiene a una hija, que es cuidada por su tío y su esposa, a la que adora, pero a la que no ve todo lo que le gustaría. Es una chica joven con un turbulento pasado, que se lleva bien con prácticamente todas las reclusas, con las cuales se establecen unas relaciones amistosas muy realistas y fuertes, debido a la situación extrema que viven, a pesar de sus diferencias y de provenir de mundos dispares. Estos personajes marginados y maltratados por la vida cambian radicalmente ante la entrada de una nueva funcionaria, que no las trata como reas, sino como personas de carne y hueso, que necesitan cariño, libertad y motivaciones, a pesar de su reclusión forzada. Esta funcionaria, interpretada por la siempre genial Candela Peña, pretende montar un grupo de teatro entre las presas, representando obras de lo más variopinto. De este modo, las mujeres sienten que tienen algo importante que hacer y lo dan todo por la causa, sobre todo Isabel, que descubre un talento innato para ello. No obstante, los altos mandos intentarán ponerles trabas a esa ilusión, sobre todo cuando monten una obra destinada a criticar el modo de vida dentro de las paredes de la cárcel, una libertad mermada por las funcionarias del lugar.
Ante este argumento poderoso y con grandes opciones para conocer las situaciones de cada mujer, la directora sólo nos brinda pinceladas de la mayor parte de los personajes, que apenas nos interesan, como sucede con el trío amoroso entre tres de las reas, que podía haber dado más de sí. Fundamentalmente se centra en el personaje de Isabel, pero de éste tampoco sabemos por qué se comporta como lo hace, ante una vida más o menos acomodada, con una familia y una hija que la adora; su pasado no queda claro y su rol pierde interés con el paso de los minutos.
Lo contrario pasa con el personaje de la gitana, que asesinó a su marido por los malos tratos y ahora se encuentra sola, pues su hijo también acaba en la cárcel. Es éste un personaje interesante, pero es que la directora, Belén Macías, intenta explorar demasiadas cosas, situaciones, ambientes y caracteres, de forma que se pierde en esa maraña de personajes y acciones, y pocos constan de interés a ojo del espectador que busca emocionarse. Incluso el tema de las representaciones teatrales aparece vagamente, con lo que no sentimos el esfuerzo de las actrices ni los obstáculos que hallan por el camino.
Menos mal que la realización es correcta y las actrices están muy bien, pero podía haber sido peor. No es un filme para nada valiente, pues sabemos lo que vamos a encontrarnos, pero al menos tenemos algunas interpretaciones para recordar.