Malas temporadas
Conocemos múltiples ejemplos de películas donde varias historias aparentemente distintas y lejanas, se acaban uniendo en un punto en común, donde todos sus personajes se acaban entrecruzando, por culpa del destino o gracias a él. En Malas Temporadas, por contra, sabemos desde casi el comienzo que las diversas historias están unidas y que cada una afecta al desarrollo de la otra, tejiendo una tela de araña dramática que te atrapa y te deja con ganas de saber de cada historia, para conocer cómo se desarrollará la siguiente. No ocurre como en los filmes de Iñárritu, donde sólo al final conocemos el nexo que une todos los universos dramáticos en uno, sino que cada personaje funciona en relación al resto; sin los otros, no existimos, claro está.
La primera historia que se nos presenta es la de un chaval con una rara crisis existencial, que decide dejar de ir a clase y se queda encerrado en su cuarto, ya que no le llama la atención nada de lo que hay afuera. Su madre, una asistenta social de inmigración, no sabe qué hacer y recurre a un cubano al que ayudó a su llegada a España. A través de éste, conocemos a un ex-presidiario experto en ajedrez, vecino del último y que enseñará a jugar al muchacho. Alrededor de estos tres personajes, la película explota y nos ofrece sus distintas vertientes, como la de los problemas del cubano para regresar a su país, la aventura de éste con la esposa de su socio, o la autodestructiva pasión del jugador de ajedrez por su antiguo compañero de celda.
Como suele ocurrir en este tipo de títulos, alguna historia se queda más coja o interesa menos que otras, pero la dirección es fuerte y resuelta, y consigue convencer, ofreciendo un filme redondo con unas interpretaciones que lo hacen todo. Javier Cámara está espléndido, así como la protagonista femenina; y Leonor Watling, como es costumbre, está arrebatadora, sobre todo cuando sale desnuda a escena.
El final de cada historia es acertado y algunas decisiones de guión, también, como el no saber nunca por qué el jugador de ajedrez estuvo en la cárcel o las auténticas motivaciones del personaje cubano, que nunca sabemos cómo es en realidad hasta el final.
En definitiva, un título no demasiado conocido, pero que merece la pena descubrir y disfrutar. Vale, son las historias de miseria de siempre, pero aquí están bien contadas, y eso cuenta mucho.