El portero de noche (il portiere di notte)
El portero de noche se estrenó en 1973 y supuso un tremendo escándalo para la sociedad más recalcitrante. En algunos países la cinta fue vetada de inmediato. Por ejemplo en España, estuvo censurada durante dos años. Además, se la calificó como perteneciente al género X. Buena parte de las acusaciones en las que se fundamentaban las censuras se centraron en las numerosas escenas de sexo.
Vale decir que no se trataba de un sexo cándido, sino de una tórrida relación sadomasoquista, adornada con toda clase de fetiches, entre la dupla protagonista: Dirk Bogarde y Charlotte Rampling. La directora del filme quiso narrar una historia de amor llena de perversión a la par que de sentimiento que nace entre un agente nazi de las SS y una prisionera. Teniendo como decorado las lúgubres celdas de los campos de concentración se sucede toda una serie de escenas que desprenden calor por todos los poros.
Además de cargar contra el filme por atentar contra los principios de la castidad más retrógada, determinados colectivos se enfurecieron porque no veían moralmente asumible el sentimiento de conmiseración hacia el agente nazi con el que, según decían, se pretendía amigarnos. Asimismo, consideraron estúpido e indecoroso por parte de Liliana Cavani esperar que la gente se creeyera que una judía recluida en un campo de concentración pudiera enamorarse nada menos que de un nazi que medio la idolatraba y medio la torturaba. Lo de siempre, a la gente le interesaba más criticar lo que había por debajo, encima y detrás de la película que a la película en sí. En España se pudo ver entera en el año 1976, aunque algunos ya la habían ido a ver a Perpiñán para poder deleitarse en la contemplación de unos cuantos culos y tetas.
Un filme clásico que personalmente se me ha hecho un poco largo. A destacar la presencia de ese galán llamado Bogarte. Tan sólo unos tres años antes había rodado Muerte en Venecia. Y por cierto que tengo pendiente enterarme de cómo diantre consiguieron hacerle parecer tan demacrado y distinto a su habitual estampa en la obra de Visconti, cuando en El portero de noche volvía a rezumar su particular halo de distinción, clase y poder de seducción.