Dog pound (dog pound)
Con guión y dirección del propio Kim Chapiron se trata de un interesante drama carcelario. Su argumento: Tres jóvenes delincuentes llegan a un correccional y tienen que hacer frente a la estricta disciplina del centro, a la vez que plantar cara a un grupo de veteranos reclusos que pretenden abusar de ellos. Una cosa hará que entren en conflicto con la otra.
Si bien no estamos hablando de una obra maestra del género, se puede ver con agrado y logra mantener el interés. Existe una palpable tensión que recorre vertebralmente todo el filme. Tal vez su punto fuerte sea una fuerte dosis de realismo que te mete de lleno en la trama desde el primer minuto. Es una puesta en escena joven, un tanto inexperta pero fresca y muy valiente. Diríase desprovista de una compleja planificación. Sabe, no obstante, hacia dónde se dirige. Su meta es simple: retratar un pedazo de vida de tres personajes que viven al límite, con pasión e impulsividad, marginados por la sociedad, y conseguir que el espectador llegue a entender su modo de actuar hasta familiarizarse con ellos.
No hay un mensaje moral, ni una voluntad pedante y excesiva de crítica social. Sencillamente tenemos que sentarnos y dejarnos llevar, penetrando en el duro correccional donde, aunque asaltados por muchos tópicos y un argumento francamente lineal, sentiremos la adrenalina de estar en un clima opresivo y extremadamente hostil. De agradecer la contundente interpretación de todos los actores, con algunos momentos muy crudos y logrados, así como con escenas en que nos arrancaran una sincera sonrisa.