Machete
Machete Funciona a la perfección como tráiler, pero no como metraje de hora y media. De hecho, la idea de rodar Machete surgió de un tráiler falso colocado entre otras dos películas. Pero para que una película se sostenga se precisa de un buen guión, unos buenos intérpretes que hagan que te creas el guión y una buena dirección que logre redondear la historia y dar un toque genuino. A Machete le falta todo esto, pero le sobra torpeza y rusticidad.
Robert Rodríguez debió pensar que para hacer algo de calidad bastaba con la figura a priori imponente de Danny Trejo, más la colaboración de algunas estrellas del cine. Pero se equivocaba. Steven Seagal está patético, y si ya de por sí es un mal actor, lo cierto es que si consideramos sus interpretaciones en películas en las que se siente a gusto practicando su aikido y las comparamos con su actuación en Machete, en aquéllas se merecería hasta un Oscar. Asimismo, De Niro hace un papel de paso, desmotivado. Yo no había sentido tanta vergüenza ajena desde el bailongo de Tom Cruise (gordo, calvo y peludo) en Tropic Thunder.
Se nos ha querido vender a Machete como un nuevo héroe, una bestia que da miedo, pero la túrpida cámara de R. Rodríguez ni siquiera ha sabido captar lo más salvaje de Danny Trejo, sino que a veces parece empequeñecido, los músculos se le deshinchan y hay momentos en que se echa de ver cómo le cuesta correr o saltar, y a mí hasta me daba pena en momentos en que se suponía que debía sentir la admiración que se siente frente a un superhombre. La propia óptica de la cámara le traiciona y todo el film junto con el propio Machete se vuelve artrósico.
Pero lo peor no es el actor, ni la ñoñería de los supuestos mensajes de crítica social, así como tampoco la trampa del reclamo comercial de colocar a Robert De Niro (en un filme paladinamente inferior a sus posibilidades), no. Lo que jode de verdad es el sinsentido que lo impregna todo, la falta de lógica en las escenas, los diálogos imbéciles, la caída en mil tópicos que apestan a rancio, la sangre de salsa de tomate, la trama que se queda estancada en lo más burdo e infantil, la inocente creencia de que el público va a sentir orgasmos de placer sólo por ver las cicatrices de Machete. Todo esto hace que no te creas lo que hay en pantalla, que te canses y que te aburras. Y cuando te aburres quieres salir de la sala de cine… y quieres recuperar tu dinero… y hasta piensas: Coño, yo creía que lo que hacían Van Damme o Jackie Chan era una mierda pero al menos con ellos no me aburro y me creo la película.
En definitiva, un absurdo de película con pretensiones de gran cosa. La fórmula química del aburrimiento más atroz.