Mondovino
Lo de democratizar está de moda. Hace unos años el mismo Bush democratizó el mundo invadiendo países, bombardeando pueblos. Ahora todos podemos opinar creando blogs de todo tipo. Con la aparición de las cámaras digitales cualquiera de nosotros tiene acceso a realizar películas. Ah, y todo el mundo puede degustar, a buen precio, un rico vino en su mesa. Así que también se democratizó, ó globalizó como lo entiende el sistema capitalista, la degustación del caldo de uva. De todo esto hay un poco en la película de Nossiter. El director se hace con una cámara digital y rueda un documental, de más de 2 horas, dirigido a descubrirnos que hay detrás de una botella de mosto fermentado. Y lo hace con un tono cotidiano. El soporte tecnológico ayuda a ello, y nosotros, espectadores, lo agradecemos. Como si de un ingenuo viaje de un recién licenciado se tratara, se entabla una cálida conversación con todos los actores que intervienen, en el proceso, desde la viña a la copa, desde la crianza a la comercialización.El director intenta que todo esté ahí, en la pantalla: el capitalismo feroz de la marca Mondavi, la resistencia y visión nostálgica de la cultura del vino, la familia, el soummelier, la prensa especializada y el "amigo" Rolland, el gran rey del Mundo del Vino. Porque el señor Rolland descubrió la fórmula, esa que democratiza, que globaliza y que despeja cualquier posibilidad de diversificación en el aroma del vino. Rolland creó el vino de marca.
Ése es el centro de la reflexión que nos propone Mondovino. La tradición versus el negocio. Y el resultado de ese enfrentamiento. Rolland amigo de Mondavi, la marca norteamericana de vinos, que "invade" países (como Francia, Italia y Argentina), para democratizar la bebida alcohólica. Todo el mundo tiene acceso a un buen vino, claro, si es a través de los designios estratégicos de la familia Mondavi.
En esa dicotomía entre viñas y laboratorios, Nossiter transita en todo lo que sucede alrededor, en movimientos de cámara al hombro, en los gestos, en el cielo, en los perros de cada una de las familias que aparecen en pantalla. Hay algo que no sucede en otras películas, al menos que yo sepa, en la que tanto protagonistas como director bebieron más de una copa…de vino, y nos deleitan con un documental exquisito, repletos de aromas, y con algo de micro-oxigenación, de parte del Rolland.