Déjame entrar (let me in)
Inmersos en la oleada de remakes procedentes del otro lado del charco poca esperanza podemos tener de que en Hollywood rueden un producto con un mínimo de originalidad. La película sueca Déjame entrar, de Tomas Alfredson, fue una auténtica obra maestra que supuso toda una renovación del mito vampírico actual, tan maltratado con cosas como la saga Crepúsculo. Una nueva versión de la novela John Ajvide Linfqvist me parecía un tanto innecesaria pero, por una vez, y tras ver el buen trabajo que ha hecho Matt Reeves, director de Monstruoso, me tengo que retractar y dar una nota casi de sobresaliente.Hacer una comparación con el film previo es prácticamente una tarea inevitable. Por ese motivo, Let me in es un film inferior al original pero que, por méritos propios, se convierte en una cinta que aterroriza, emociona y entretiene. El buen resultado se debe tanto a una dirección fenomenal de Matt Reeves como a una labor interpretativa de Kodi Smit-McPhee y Chloe Moretz realmente magnífica. Y es que los dos jóvenes actores aportan muchísimo carisma, lo que beneficia soberanamente a un título que necesitaba algún elemento añadido para no convertirse en un trabajo innecesario al cien por cien. El siempre interesante Elias Koteas hace también un trabajo de lo más destacable. El resto de secundarios que interpretan a los vecinos del conjunto de viviendas son meros monigotes que no reciben a penas desarrollo. Y he aquí un evidente punto negativo.
En cuanto a la historia en si, hay ciertos cambios con respecto a la primera adaptación, pese a que el esquema central es prácticamente el mismo. No obstante, son esos notables cambios los que hacen que el espectador no pierda interés alguno en ningún momento de la película. E incluso, gracias a ello, hay determinados momentos en los que, a pesar de lo predecible que Let me in pueda resultar, tenemos sustos garantizados y secuencias que impresionan y dejan sin aliento. Dentro de los cambios más significativos, hay que reseñar la ausencia física de la figura del padre de Owen (Oskar en la versión sueca), limitando su participación a meras e interesantes conversaciones telefónicas. La relación entre Abby y su padre es también mucho más sencilla y, sin embargo, no deja de ser tétrica, dramática a impresionante.
La parte del guión centrada en el acoso escolar al que Owen se ve sometido es magistral, y hace que el espectador sienta rabia y odio hacia los artífices de ese acoso. Está narrado de manera creíble y puede considerarse como una ácida y punzante crítica a la situación en los colegios actuales. Gracias a esto, Let me in tiene mucho que enseñar a la juventud de nuestros días.
Valorando globalmente Let me in, podemos considerarla como una película mucho más directa que su antecesora, a pesar de que su clara densidad narrativa no la convierte en un título pensado para todos los públicos, y mucho menos para un público joven. Es más, Déjame entrar es una cinta de terror pensada tanto para los fans de la obra original como para aquellos espectadores que, a falta de haber visto aquella, busquen un film terrorífico con contenido y alejado de las corrientes actuales.
Otro punto negativo es su tramo final, que es prácticamente un clon de la obra original, en el que llegamos a ver incluso planos idénticos y los mismos golpes de efecto. La pregunta es si era adecuado buscar nuevas tácticas o simplemente repetir lo que ya conocimos y funcionó.
En definitiva, Déjame entrar es una buena película de terror, en la que las interpretaciones, los efectos especiales y de maquillaje y la fotografía son totalmente impecables, y es de visión casi obligada para el aficionado. Se trata de todo un ejemplo de remake creativo, raro en los tiempos que corren, y de ahí su interés.
Mi nota: Un 8.5, merecido, pese a sus pequeños defectos.
Lo mejor: Es una muy buena película de terror y aún un mejor remake, capaz de aportar ideas nuevas y una visión distinta al modelo y a la novela en los que se inspira.
Lo peor: Su tramo final, demasiado clónico, y el trazado de los personajes secundarios.