FilÓn de plata (silver lode)
Western frenético de un director de largo recorrido, así se podría resumir esta notable película alabada, entre otros, por Martin Scorsese en su excelente documental sobre el cine americano; e incluida en múltiples listas de largometrajes que no hay que perderse.Silver Lode no es una cinta del Oeste típica. Aunque pertenece al género, tiene rasgos de cine negro. Y no sólo por el casting –Dan Duryea, un clásico "malo" del film-noir, Lizabeth Scott, en el ranking de las damas más negras (aquí de blanco, como corresponde a una novia que acaba de contraer matrimonio) y John Payne, que repetirá en alguna película oscura del mismo director- sino por la estética de algunas secuencias (sobre todo las del final) y por la angustia creada entorno al personaje principal y la transformación de su carácter propiciada por el deseo de venganza, más que por el de justicia.
La trama también se aleja del western convencional, al menos del que se estilaba antes de que el sheriff Will Kane (Solo ante el peligro) caminara temeroso buscando ayuda en un pueblo acobardado. Allan Dwan le da la vuelta a la historia de Zinnemann, pero sigue con la simbología Mccarthista. Veamos porqué:
Dan Ballard (Payne) se acaba de casar con Rose Evans (Liz Scott), pero la llegada de unos sospechosos agentes de la ley le quieren aguar la fiesta. Hasta ahora, el argumento se mueve en el mismo terreno que el de la película protagonizada por Gary Cooper. El punto de giro que hace que Allan Dwan se distancie de Zinnemann es la acusación de asesinato que traen los forasteros contra Ballard. En un principio, todo el pueblo está a favor de su inocencia, pero ciertas mentiras, malentendidos y viejas rencillas harán que poco a poco la gente se vuelva de lo más hostil. El héroe no está sólo contra una banda de forajidos, ahora lucha por su supervivencia ¡contra toda la ciudad! Una caza de brujas en toda regla. El director, con poco disimulo, le pone nombre al que dirige la persecución: McCarty.
Lo que viene a continuación es la razón por la que el filme ha sido tan elogiado: el ritmo endiablado que le imprime este efectivo cineasta de extensa carrera que es Allan Dwan. El realizador ya dirigió notables obras en el período mudo y se atrevió con todos los géneros en el sonoro. Aquí demuestra lo aprendido en obras tan dispares como las simpáticas aventuras de Douglas Fairbanks o las películas bélicas junto a John Wayne, entre muchas otras.
En Silver Lode parece imposible que el acorralado Payne salga con vida. Sólo su flamante esposa cree en él, aunque con momentos de duda; como la Grace Kelly de Solo ante el peligro. También, como ella, Liz Scott será decisiva para la resolución de la película. Un final estupendo, donde el protagonista acude al edificio de la iglesia como única salvación posible. Dwan coloca otra metáfora. Esta vez evidente, pero espectacular en su ejecución.