Ciudad de vida y muerte: espeluznante relato bélico

★★★★☆ Muy Buena

Ciudad de vida y muerte

El Cine bélico vivió su etapa dorada durante la Segunda Guerra Mundial, ya fuera con fines propagandísticos o no, el caso es que durante los años cuarenta y parte de los cincuenta, los bélicos eran abundantes y atraían a todo tipo de estrellas, desde directores a actores. Además de esta época dorada, la Segunda Guerra Mundial provocó una avalancha de películas con el conflicto de protagonista a lo largo de décadas y décadas hasta el día de hoy. Siempre hay algo nuevo que contar, algún punto de vista inédito o una historia desconocida para el gran público. Lo cierto es que tamaña atrocidad no debe olvidarse y no está mal tenerla presente y aprender de ella a través del Séptimo Arte. Pienso que el Cine bélico es uno de los géneros más apasionantes de la historia, en cuanto que pone de manifiesto la acción, la emoción y el drama más desolador. Un cóctel de sensaciones que es difícil que deje indiferente a nadie salvo tratarse de un despreciable panfleto a favor de cualquier patria involucrada en una de las mayores estupideces armadas de la historia del ser humano. El año pasado llegó una nueva e interesante visión del conflicto, esta vez centrado en la invasión japonesa de Nanking, capital de China.

Allí se realizaron atrocidades increíbles, abusos de poder y vejaciones de lo más despreciables. Más de 300.000 muertos y 20000 mujeres violadas por entretenimiento absoluto de los soldados japoneses. Sin palabras. El director chino Lu Chuan acomete la dura tarea de revivir los duros hechos y sale airoso, principalmente por distanciarse de forma muy inteligente a la hora de buscar culpables o de politizar el asunto. Simplemente nos muestra los hechos con veracidad, con realismo, sin concesiones.

Mucho se habló en el momento del estreno del film, ganador de la Concha de Oro en San Sebastián, de la influencia del Steven Spielberg bélico, cuya aportación se reduce a dos títulos imprescindibles de la historia reciente del medio: “La lista de Schindler” y “Salvar al soldado Ryan”. Es cierto que tanto la estética como las intenciones documentalistas/realistas del film de Lu Chuan se asemejan muchísimo a ambas cintas, sobre todo a la primera por el uso del blanco y negro, muy preciso y que confiere al relato de una belleza arrebatadora. Sin embargo, pienso que el equipo al completo consigue resarcirse de la comparación desde el comienzo, aportando un punto de vista nuevo a un tema más que trillado, contando una historia que visto lo visto resultaba necesario que fuese contada. Porque además no hablamos de una película con un protagonista diferenciado, si no de un film coral en el que todos y cada uno de sus personajes, hasta el que menos aparece, posee una importancia vital para el devenir del relato.

 Como ejemplo tenemos los dos que cierran la película en uno de los planos más bellos del Cine reciente.“Ciudad de vida y muerte” es una superproducción de alto nivel, consciente de serlo y coherente con un diseño de producción milimétrico al servicio siempre de la narración. Debido a este gran trabajo de ambientación, durante su metraje posee imágenes impactantes y de un gran gusto visual, con un poder que cae sobre sí mismo y del que tiene mucha responsabilidad su director. Lu Chuan escoge bien todas sus decisiones, decide ser crudo, pero no se olvida del lirismo. Decide mover la cámara continuamente, pero sabe asentarla cuando los personajes se lo piden. Y así, asistimos a un montaje soberbio y observamos algunas de las imágenes más impresionantes de los últimos años, vivimos un conflicto desesperanzador, terrible, sufrible. Nos sumergimos en un infierno de violencia y locura, olvidamos que estamos viendo una película y aún así, disfrutamos de un Cine superlativo.

Una película magistral de principio a fin, consecuente con lo que cuenta, respetuosa y nada manipuladora como podría haber sido debido a su concepción de Cine bélico y al hecho de tratar un tema muy doloroso. Sin embargo, al verla te olvidas de los bandos, de la política, de los buenos y los malos. Te acuerdas de la vida y de la muerte, de la estupidez de la guerra, de hasta dónde puede llegar el ser humano, de lo frágiles que somos. Aprendes una lección muy valiosa, observas una película necesaria y apasionante, una de las mejores de los últimos tiempos.

publicado por Germán Pérez Iglesias el 13 octubre, 2010

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