Miguel Gomes consigue una obra que transmite realismo por todos sus costados, desprendiéndose de la coraza ficcional, llevándola hasta el mismísimo documental. Convierte, pues, su película en un extraño universo con tintes de realismo mágico.

★★★★☆ Muy Buena

Aquel querido mes de agosto

“Mi problema más importante era destruir la línea de demarcación que separa lo que parece real de lo que parece fantástico. Porque en el mundo que trataba de evocar, esa barrera no existía.” Gabriel García Márquez

La película del director portugués Gomes es un acontecimiento. Remite a todos aquellos que vivimos el pueblo y su verano. Porque el verano es radicalmente distinto en un contexto urbano ó rural. El verano del pueblo está repleto de fiestas, orquestas en las plazas, fuegos artificiales, reencuentros, procesiones religiosas, tardes interminables, noches luminosas…y esos amores inolvidables. Todo eso y más. O quizás la memoria ensalza algo tan lejano. Incluso, recuerdos en la frontera entre la realidad y la ficción. Lo que es discernible es la banda sonora de ese verano en el pueblo. Esas canciones inundan ese tiempo detenido, convirtiéndolo en mágico. Gomes plantea un ejercicio original, entre triángulos amorosos y género documental, formulando al espectador la pregunta “qué estoy viendo”. Uno, al final, responde qué suerte la mía de haberla visto…vivido. Ese verano en el pueblo, siempre agosto, ya termina…

Según cuentan los cronistas visitantes de festivales internaciones de cine, hay una tendencia de películas que plantean la diferencia entre realidad y ficción. El director portugués, además, hace otro tipo de distinciones entre lo banal y lo trascendental, entre la comicidad de los gestos y los diálogos. Juega constantemente en un retrato localista de costumbres que supera fronteras a través de las emociones.

Miguel Gomes consigue una obra que transmite realismo por todos sus costados, desprendiéndose de la coraza ficcional, llevándola hasta el mismísimo documental. Convierte, pues, su película en un extraño universo con tintes de realismo mágico. De la misma forma que el género literario, Gomes trata de evocar un mundo entre lo real y lo fantástico. La única forma de hacerlo creíble es a través de la inocencia…y lo consigue.

 

publicado por José Antonio Bermúdez el 5 octubre, 2010

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