Origen
Cuando Christopher Nolan estrenó "Memento", hace diez años, fueron muchos los que alabaron la maestría del realizador británico a la hora de jugar con las estructuras narrativas y crear puzzles cinematográficos de una calidad impresionante. Viendo "Origen" (terrorífica traducción del original, sin duda) no puede uno más que acordarse de la que es claramente su predecesora y asombrarse ante el talento de orfebre de Mr.Nolan.
Porque "Origen" es, sobre todo, un gigantesco juego de cajas chinas talladas con una precisión milimétrica, donde cualquier fallo, por pequeño que sea, puede hacer que toda la estructura cojee y termine viniéndose abajo. Los diferentes niveles narrativos que componen la película se superponen de manera exacta como los engranajes de un enorme mecanismo de relojería que, por cierto, está soberbiamente engrasado. Nolan no deja nada al azar, controla cada aspecto de la historia, por pequeño o superfluo que éste pueda parecer, y consigue así dar a su película una consistencia que no estamos acostumbrados a ver en el cine hollywoodiense de hoy día.
Y, a pesar de lo que pueda parecer, seguir la trama es sencillo a poco que el espectador ponga un mínimo de su parte (algo que no se suele pedir demasiado, cierto), ofreciendo a cambio un espectáculo narrativo y visual como pocas veces podamos haber visto. Nolan vuelca lo trabajado en"Memento" e "Insomnio" y le da la forma de blockbuster aprendida de la revitalización de la franquicia Batman. "Origen" no es sólo una fascinante floritura narrativa, sino que además tiene el ritmo y la adrenalina de un Batman o, ya puestos, de un Jason Bourne. Porque Nolan vuelve a jugar aquí con los resortes de la memoria y el sueño, y de cómo una afecta al otro de forma inevitable.
Como buena cinta de ciencia-ficción, no evita las referencias múltiples. En"Origen" encontramos ecos del Tarkovski de "Solaris" mezclado con las historias de superladrones al estilo de Mario Bava, todo ello pasado por el tamiz de "Matrix", sin olvidar a maestros de la Nouvelle Vague como Alain Resnais o el mismo Godard. Y lo hace con una sutileza admirable, que convierte lo que podría haber sido una simple colección de guiños al aficionado en un componente más de esa estructura imposible en la que se configura su película.
Cuenta, además, con un reparto en estado de absoluta gracia, donde todos los actores están clamorosamente magistrales, sin excepciones. Empezando por un DiCaprio en la cima de su madurez interpretativa, y terminando con la siempre maravillosa Marion Cotillard, que consigue ser amada y odiada (y también comprendida y compadecida) a partes iguales. Sin olvidar a tres presencias pujantes como Joseph Gordon-Levitt (que gracias a sus interpretaciones aquí y en "500 días juntos" entra en nómina de mis actores favoritos ahora mismo), Ellen Page (demostrando que es una de las mejores actrices de su generación) y Tom Hardy (que borda su interpretación de caradura simpático, diametralmente opuesto al cuadriculado personaje de Gordon-Levitt). Y Ken Watanabe (que no había estado tan espléndido desde que le dio una paliza a Tom Cruise en "El Último Samurai"). Y Cillian Murphy. Y… podría seguir casi hasta los extras. Pocas veces un reparto ha estado tan magnífico en su conjunto.
Aventura extraordinaria, emocionante y arrolladora, reinvención adulta e intelectual (aunque no por ello pedante ni presuntuosa) del blockbusterveraniego de género, "Origen" es una película imprescindible para todo aficionado al cine, incluso aunque no le guste la ciencia-ficción. James Cameron quiso epatar al personal con "Avatar", pero han sido Christopher Nolan y su "Origen" quienes nos han dejado clavados a la butaca, lamentando que el espectáculo termine y temiendo (aunque sólo a medias, para qué negarlo) la posibilidad de una secuela.