Yo soy la justicia 2
Tras las notables El Justiciero de la ciudad, Yo soy la justicia y El Justiciero de la noche, todas ellas dentro de la saga Death Wish, la Cannon volvió a la carga con Yo soy la justicia II, en realidad la cuarta parte de la serie. Ya sabemos cómo son aquí las traducciones de los títulos originales y como alteran las numeraciones y demás según les conviene a los malditos distribuidores.Esta Death Wish 4: The Crackdown es, con diferencia, la mejor de todas las entregas del justiciero Paul Kersey. En esta ocasión, Erica, la hija de la novia de Paul, muere de una sobredosis de crack. El justiciero Kersey tomará la ley por su mano decidido a acabar con la droga de la ciudad, gracias a la información que le proporciona un supuesto millonario llamado Nathan White.
Desde el principio, sabemos que vamos a asistir a otra salvajada más de nuestro querido Charles Bronson. La cinta va al grano y nos muestra a un Paul Kersey aparentemente retirado de sus aficiones justicieras, volviendo a ejercer de arquitecto. Lamentablemente, el guión exige otra vez que vuelva a tomarse la justicia por su mano, dando pie a un buen número de secuencias violentas, cada cual más bestia, garantizando la inmediata diversión del espectador aficionado. Técnicamente, el mimetismo de esta nueva entrega con las previas es asombroso, lo que quiere decir que bien realizada, está. Un valor añadido que podemos encontrar en el guión de la película es ese mayor hincapié que hace en la psicología de Kersey, especialmente gracias al comienzo, dejando bien claro que es un hombre aún atormentado que no tolera la injusticia ni la agresión a los débiles. Al margen de esto, pocas diferencias más hay con las películas anteriores, salvo porque esta cuarta entrega resulta mucho más dinámica.
Yo soy la justicia 2 es una de las películas más representativas del cine de venganzas ochentero, no demasiado recomendable para un público joven pero sí de obligada visión para los aficionados a la acción, la caspa ochentera y el cine de la Cannon. Merece muchísimo la pena el poder deleitarse con las hazañas de Paul Kersey y con toda la oleada de muerte y destrucción que lleva consigo.
No es un prodigio de originalidad, ni mucho menos, y ya sabemos qué va a pasar prácticamente desde el inicio del film, pero es tan sumamente entretenida que gana puntos de inmediato. Y el final, además de salvaje, es apoteósico.
Un 7,5.
Lo mejor: Su violencia descarnada, que es puros años 80 y el careto de Bronson, impasible cuando reparte leña.
Lo peor: Es más de lo mismo y ya nos la sabemos