Bambú
Película delirante, pero por momentos atractiva, mezcla de comedia, musical, tragedia y aventura colonial. Todo para el lucimiento de Imperio Argentina que hace un papel de nativa (Bambú) con voz de ángel, pero con una vida miserable. La explotación a la que se ve sometida por parte de su padre se presenta con una crudeza poco habitual en el cine de la época. Sólo la llegada de dos soldados españoles a la Cuba de finales de siglo (Luis Peña y Fernando Fernán-Gómez), van a propiciar la liberación momentánea de Bambú, pero también la lucha por conseguir su amor.Lo mejor de la película viene de la mano de uno de los directores señeros del franquismo (Sáenz de Heredia) cuando, paradójicamente, se atreve a criticar a la aristocracia en una secuencia memorable: los nobles de las colonias echan unas monedas a los nativos para que les entretengan, mientras comentan de forma relajada que es como echar de comer a los perros. El racismo es tan natural que aumenta el tono de denuncia de la escena.

Tampoco están mal algunos números de la diva, y la siempre efectiva interpretación de Fernando Fernán-Gómez que contrasta con la más sobria de Luis Peña, un amargado músico que intenta olvidar su fracaso y mantiene la esperanza de acabar con su vida en la guerra. Y, desde luego, no hay que perderse a una jovencísima Sara Montiel. La actriz ya exhibía su característica personalidad y su interés por robar protagonismo al resto de actores en todos los planos donde aparece, sin importarle caer en la sobreactuación. Sarita no se conformaba con su rol de secundaria. Pronto le llegaría el estrellato.
El final quiso ser apoteósico, pero Saenz de Heredia cae en varios errores de bulto que perjudican a la propia Imperio Argentina y dejan un mal recuerdo al espectador. Y es que el número musical casi no se aprecia entre tanta liana de un decorado espeso, donde tampoco ayuda una cámara pésimamente situada.