Rampage
Hablar de Uwe Boll y de cine a la vez significa tener ganas de entrar en discordia. Puede que el tío sea malo, o haya sido malo haciendo películas, pero hay que reconocer que le pone pasión, y por eso le admiro. Para mí se ha convertido en un autor y en un director de culto, y cada vez que estrena una película me sorprende aún más. Si digo que House of the dead fue un buen film hasta yo mismo debería dudar de mi ya puesta en tela de juicio salud mental, a pesar de que me lo pasara pipa con ella las tres o cuatro veces que he puesto el DVD en mi reproductor. Alone in the dark, aun siendo odiada por el 99% del mundo, está entre mis películas favoritas. No es que no tenga ni idea de cine, es que disfruto con cada obra de Herr Doctor.Lo que sí debemos tener en cuenta es que Uwe Boll está madurando, y sin contemplamos toda su obra, veremos que hace películas mejores cada vez. Ya lo demostró con Postal, una comedia salvaje y burra basada en el videojuego homónimo en la que se permitía chistes personales y se mofaba de la política estadounidense haciendo una crítica demoledora y sangrante. Y con 1969: Tunnel Rats, se lució y entregó una cinta bélica basada en la guerra de Vietnam que a muchos les debió dejar pegados al asiento. Lo que beneficia a Boll es ese aire independiente que está cogiendo, centrándose cada vez más en la psicología humana y en los personajes que retrata, sin dejar de lado la acción desenfrenada que tanto le gusta.
El tipo no para de trabajar, y ahora mismo yo acabo de disfrutar de su nueva película, Rampage, a la espera de ver las recientemente estrenadas Stoic y The Final Storm. En esta Rampage, Brendan Fletcher, habitual en las películas de Boll (BloodRayne 2, Heart of America), interpreta a un joven de 23 años que, asqueado la presión de sus padres para irse de casa, de la sociedad que nos rodea y la realidad política en la que nos vemos inmersos, decide tomarse la justicia por su mano y planea milimétricamente una masacre. Así, con una armadura de kevlar y un buen puñado de armas, acaba con la vida de un innumerable número de personas, sin dar cuartel.
Rampage es una película peligrosa, y por ello Uwe Boll, que también ha guionizado la cinta, opta por no introducir ningún punto de vista moral, sino que se limita a contar una historia y plantear una situación que, ciertamente, sí que podría llegar a darse. Donde si es mordaz es con la crítica a a la sociedad americana y a la del resto del mundo. Por ello, Rampage podría interpretarse como una especie de aviso. Y por ello, dado su salvajismo, es tan peligrosa.
La recreación que se pone en las secuencias violentas es enfermiza, siendo una película muy dura y muy difícil de ver y soportar en determinados momentos. De hecho, hay un punto concreto en el que al espectador le da un verdadero vuelco el corazón.
El film está rodado cámara en mano, lo que le otorga un realismo y una crudeza aún mayor. El comienzo es demoledor, con un flashback que nos pone en situación dos días antes de la masacre. Así, con esa particular forma de manejar el tiempo que tiene su director, nos va introduciendo poco a poco en la historia, mezclando pasado, presente y futuro, pero de una manera mucho más depurada que a la que nos ha tenido acostumbrados hasta el momento. La dosificación del suspense es de lo más correcta, e incluso hay cabida para un par de sorpresas al final.
Las interpretaciones, a pesar de lo que pudiera pensarse de una película de Boll, son espléndidas, especialmente la de su protagonista. Éste se mete de lleno en el papel y su frialdad termina por resultar turbadora. Es otro punto más a favor del director.
Los dos únicos puntos negativos que le he visto a este film son, por un lado, la inverosimilitud de algunos momentos muy puntuales y, por otro, un movimiento demasiado excesivo de la cámara, tanto que resulta difícil distinguir lo que ocurre.
Rampage es una película ultraviolenta, cruel, desgarradora y sádica, no demasiado recomendable para los espectadores más sensibles pero sí para aquellos que quieran ir un poco más allá y se atrevan con cosas nuevas y con chicha.
Aún sin estrenar por estos lares, sería un blanco fijo para la censura promovida por la Sinde. Menos mal que, bendito sea, ahí tenemos nuestro mercado de importación… lo siento por ella.
Un 8, ya tardáis en verla, merece muchísimo la pena.
Lo mejor: Su falta de moralidad, su bestialidad desatada, su ojo crítico y que se trata de la mejor película de Uwe Boll hasta la fecha.
Lo peor: Que marea de lo lindo...