Esta continuación es entretenida, divertida (?) y encierra suficientes FX y gore como para saciar la sed del aficionado.

★★☆☆☆ Mediocre

La mosca II


Tras el título de culto que supuso ser La mosca, de David Cronenberg, los productores quisieron más, y fue el encargado de los efectos especiales de la primera, Chris Wallas, el que dirigió el cotarro para esta secuela. La mosca II nos cuenta la historia del hijo de Brundle, criado por una empresa de investigación genética, que estaba al tanto de los descubrimientos de su padre. El pequeño pequeño padece una alteración cromosomática que acelera de manera vertiginosa su crecimiento y esconde algo más monstruoso en su interior. Desde el impactante inicio ya sabemos qué va a pasar, y es que es de lo más lógico que el chico acabe siendo la nueva mosca. En esta secuela lo que más importan son los FX porque la historia, a pesar de apoyarse en ideas visuales bastante buenas, no deja de ser una repetición de los conceptos narrados en la primera. Por consiguiente, La mosca II funciona sólo como producto de sci-fi entretenido y dirigido a los aficionados incondicionales, al no ser capaz de aportar nada más. La historia en sí tiene buenos puntos y buenos planteamientos que, sin embargo, no enmascaran demasiado ese mimetismo que guarda con su hermana mayor, a pesar de que para su elaboración se contó con Mick Garris y Frank Darabont.

Lo que sí resulta positivo en el film es que conseguimos conectar con su protagonista, Eric Stoltz, y hasta llegamos a sentir pena y lástima por él. Los FX, aún siendo bastante inferiores a los de la primera parte, resultan competentes y muy repulsivos. Por desgracia, los FX también resultan, en un par de secuencias, mucho más infantilones.


Lo peor que puede ocurrirle a esta película es que la comparen con la de Cronenberg, ya que supone una total banalización de los conceptos y reflexiones sobre la pérdida de la identidad que en aquella encontrábamos, quedando reducida a una monster-movie más, entretenida y competente, sí, pero con una pérdida de esencia que le hace mucho mal.

La resolución final de La mosca II es todo lo contrario al de la primera entrega, abandonándose el pesimismo propio de un director como Cronenberg, para pasarse al ya trillado y clásico final feliz (en este caso, es un decir) donde las cosas vuelven a su cauce tras un último enfrentamiento.

En resumidas cuentas, esta continuación es entretenida, divertida (?) y encierra suficientes FX y gore como para saciar la sed del aficionado. Y, qué coño, es cine de los ochenta y nos gusta, a pesar de sus claras limitaciones.

Lo mejor: Sus repulsivos FX.
Lo peor: Lo repetitiva que resulta la historia.
publicado por Pablo Rodríguez el 18 abril, 2010

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