El hombre lobo
Los hombres lobo han sido, desde los mismísimos orígenes del cine de terror, uno de los personajes icónicos dentro del imaginario del género junto a los (actualmente en exceso…) refinados vampiros, superando en cuanto a popularidad a otros monstruos clásicos como La Momia o Frankestein. Sin embargo, y en comparación con el cine de vampiros, el personaje cuenta con menos películas en su haber, y muchas de ellas son lanzadas directamente al mercado del DVD. Las mejores películas sobre licántropos surgieron, sobre todo, en la década de los ´80, con Un Hombre Lobo Americano en Londres, de John Landis, o Aullidos, de Joe Dante. También Neil Jordan ofrecería su visión de la bestia con En Compañia de Lobos. En el año 2000 y 2002, Ginger Snaps y Dog Soldiers resultaron ser dos interesantes propuestas de presupuesto ajustado pero calidad notoria.
Y como era de esperar merced a la fiebre instalada en Hollywood de realizar remakes de toda película de terror que hubiera tenido un mínimo de éxito en su día, le llegó la hora a The Wolf Man, rodada en 1941 y protagonizada por Lon Chaney Jr. El remake, dirigido por Joe Johnston y con el original título de El Hombre Lobo pretende ser un homenaje al clásico homónimo de la Universal y, al mismo tiempo, dotar de cierta profundidad psicológica al personaje y su historia, en un intento de emular lo que Francis Ford Coppola y Kenneth Branagh realizaran con Dracula y Frankenstein, respectivamente. Pero claro, una cosa es intentarlo, y otra muy distinta es conseguirlo…
Esta nueva versión de El Hombre Lobo prometía tantas cosas que al final casi todo ha quedado en agua de borrajas y no cumple con las altas expectativas que había levantado. Para empezar, sin duda el guión es el punto más débil de la película, y más que contarnos una historia con soltura, nos muestra una sucesión bastante precipitada e insulsa de imágenes y situaciones con un ritmo muy irregular. Y fruto de ese errático guión, el montaje final ha heredado las mismas deficiencias. De una simpleza apabullante y con una sucesión de hechos totalmente previsible, parece mentira que haya sido necesario el esfuerzo de dos guionistas para perpetrar semejante desaguisado. Sinceramente, un guión de parvulario indigno de un personaje tan mítico en la historia del cine como es el hombre lobo.
Pero el desastre va más allá del guión, e impregna directamente al reparto. Sorprende ver a grandes actores de la talla de Benicio del Toro, Anthony Hopkins o Hugo Weaving llevando a cabo unas actuaciones que chirrían bastante si tenemos en cuenta sus antecedentes interpretativos. Del Toro, que también es productor del film, aceptó participar en la película e incluso producirla debido a su devoción por el personaje del hombre lobo desde que era apenas un crío y, aunque no es el que peor lo hace en esta película, si pasa gran parte del metraje con cara de circunstancias y con una enorme interrogación planeando sobre su rostro: ¿Qué hago yo aquí?. Weaving salva su personaje por los pelos. No por demérito suyo, sino por lo plano y simple del rol que interpreta. A duras penas consigue extraer un par de amagos de sonrisa del espectador con un par de someras pinceladas de humor inglés. Lo que realmente duele es ver a Anthony Hopkins metido en semejante berenjenal. Desconozco la situación de su cuenta bancaria y si ésta está pasando por un mal momento, pero es que no se me ocurre otra excusa para la participación de este gran actor en esta película y con un personaje tan plano, tan previsible y tan estereotipado. Sin duda para Hopkins, cualquier tiempo pasado fue mejor. Sobre la presencia femenina de Emily Blunt poco se puede comentar. La actriz hace lo que puede por dotar de dramatismo y credibilidad a un personaje que se relaciona con el resto del reparto de formas poco verosímiles dado lo etéreo del guión y de los diálogos.
Al menos algo hay positivo en esta producción, y no es otra cosa que la sangre y el gore que destila. En pocas ocasiones he tenido la oportunidad de ver en pantalla a un hombre lobo tan bestial y sanguinario como el interpretado por Benicio del Toro. En una época en la que criaturas míticas en la historia del cine de terror como son los vampiros no beben sangre humana y brillan al sol como si estuvieran impregnados de purpurina, Joe Johnston se saca de la manga una auténtica bestia, una máquina de matar que en sus breves (pero intensas) apariciones no deja títere con cabeza (ni con brazos, piernas y demás miembros amputados…). Cada vez que el hombre lobo ataca somos testigos de brutales amputaciones, feroces mordiscos y zarpazos desgarradores, viendo volar ante nuestros ojos toda clase de vísceras, sangre a borbotones y toda clase de casquería digna de la mejor serie B.
Y es que esta nueva versión de El Hombre Lobo no es más que una película de serie B donde el mayor interés reside en ver cómo la feroz criatura destroza y mutila a todo aquel que se cruza en su camino, ya que ni la ambientación, ni la historia, ni las interpretaciones dan para mucho más. Decepcionante.