Bienvenidos a zombieland
De todas las reseñas que se me quedaron en el tintero el año pasado, Zombieland (2009) es la más importante, aunque sea por el hecho de que se trata del último gran estreno de este género que hayamos tenido en el 2009. Es también una muy buena comedia de terror que me ha sorprendido principalmente por lo sencilla que es, lo cual no es inconveniente para que tenga una efectividad bastante considerable y un éxito que le ha garantizado una secuela a estrenarse el año que viene.
Lo mejor sin duda es el principio, no sólo por una excelente secuencia de créditos iniciales sino también porque nos ahorra explicaciones innecesarias situándonos en el mundo después de haber sido arrasado por los zombis, con nuestros protagonistas encontrándose casualmente en un viaje y llamándose entre ellos por sus lugares de destino y no por los nombres (para evitar apegos emocionales). La historia está protagonizada y narrada por un joven pueblerino que ha conseguido sobrevivir gracias al seguimiento de una serie de reglas de comportamiento que se deben seguir en el caso de que el mundo sea arrasado por los cadáveres ambulantes. A pesar de esto, Zombieland no es necesariamente un homenaje al cine de zombis/infectados, sino más bien una recreación bastante light de las películas que parodia; no encontraremos aquí casi ninguna de las típicas situaciones dramáticas de dicho subgénero, como tampoco sus lugares comunes. Es una película, de hecho, muy ligera en la que casi la totalidad de violencia contra los “vivos” está contenida en los primeros diez minutos, cuando se nos resume en un montaje musical cual ha sido el destino del mundo.
Muy previsiblemente, no han faltado las típicas comparaciones entre esta película y Shaun of the Dead (2004), símil un tanto inapropiado ya que Zombieland en ningún momento intenta ser más que una comedia con zombis de por medio, siendo una película mucho más básica y con menos ambiciones, vinculada fuertemente a un esquema de chico-consigue-chica en el cual el escenario post-apocalíptico es sólo eso, un escenario, no el centro de la historia. Se trata de una película divertida y poco compleja, casi por completo carente del drama o la crueldad que normalmente se asocian a las historias de zombis. Es, por decirlo de otra forma, puro divertimento inocente (eso sí, con monstruos cayendo a diestra y siniestra), y nunca comete el error de tomarse demasiado en serio a sí misma.
Si tuviésemos que nombrar alguna influencia, esta no sería la ya citada película de Edgar Wright, sino el libro de Max Brooks Zombi: Guía de supervivencia, famoso (y muy recomendable) escrito en clave satírica de donde Zombieland saca el gimmick de las reglas que sigue el protagonista para sobrevivir en la tierra de los muertos vivientes. Dicho elemento no es, como en el libro, una excusa para hacer comentario sociológico, sino simplemente un guiño estético que se repite varias veces en beneficio del humor, muy a pesar de que el auténtico centro cómico de la película se encuentra en los personajes humanos y su relación entre ellos. Los zombis, de hecho, son (sorprendentemente) bastante secundarios y hay grandes trozos de la película en los que brillan por su ausencia. Por fortuna los personajes son sumamente carismáticos y agradables, especialmente los dos protagonistas masculinos Tallahassee (Woody Harrelson, básicamente siendo él mismo), un tipo duro y evidente cinéfilo, y el nuevo prototipo de nerd Columbus (interpretado no por Michael Cera, como tantas veces he leído, sino por Jesse Eisenberg, aunque no negaré que los dos actores se parecen mucho físicamente).
Hablando de comedia, hay un momento aproximadamente en la mitad de la película que ha sido el más comentado por los espectadores, y que involucra la aparición de cierta celebridad en un cameo muy aclamado que muy a menudo se menciona como el supuesto punto más alto de la película. Debo confesar que conmigo esa escena no funcionó del todo. Sin negar su jocosidad, me parece que el chiste se extiende demasiado tiempo, hasta el punto en que parece que la película se ha detenido para recrearse en un momento que tiene un tono bastante diferente al del resto. Pero esto es sólo una pequeña observación personal, porque en todo lo demás Zombieland es una película que va al grano y que sabe explotar muy bien a sus personajes para ganarse el cariño del público. Es verdad que nunca llega a los niveles de grandeza del principio (aunque la gran secuencia de acción del final en un parque de atracciones también tiene lo suyo) pero si se quiere ver una comedia despreocupada y abiertamente simpática, no hay duda que esta es la indicada. Eso sí: tener siempre en cuenta que esta no es una comedia de zombis, sino una comedia con zombis, ya que el auténtico foco de atención está en sus atolondrados protagonistas y sus aventuras que muy pronto continuarán.