Gamer
El mercado del videojuego cada vez es más grande. De hecho, su industria ya ha superado a la del cine, que siempre había reinado en esto del ocio. En realidad son dos universos complementarios, pues al igual que el cine se vale de ellos para crear nuevas películas, los juegos basan cada vez más sus historias en entramados puramente cinematográficos, sin contar las omnipresentes cinemáticas de juegos punteros. Lo que salga de todo este tinglado en el futuro es algo con lo que muchos sacan especulaciones. ¿Llegará a tal punto que podamos manejar, como forma de entretenimiento, a personas reales? En Gamer contestan tal dilema. Este eficiente thriller de acción y ciencia ficción concreta varias ideas interesantes, sin intención de ir más allá (o al menos, si hay intención, no lo consigue). Se presenta un mundo futuro sometido definitivamente a la tecnología y al placer morboso. La intromisión en la vida ajena hoy demostrada en terribles programas del corazón ha caído en pro de una intromisión aún más exenta de moral. Hay personas que pueden manejar, desde sus casas, a otras personas. Uno de esos “juegos” es el que consiste en manejar presidiarios reales para que se maten entre ellos. Lo que los presos sacan de tales batallas es, obviamente en caso de sobrevivir, quedar libres.
Gamer está dirigida con su habitual locura por Mark Neveldine y Brian Taylor, también guionistas. Se trata de los mismos responsables de las divertidas Crank, veneno en la sangre (Crank, 2006) y Crank, alto voltaje (Crank: High Voltage, 2009). La linea de desfase visual vista en aquellas es aquí igualada, o casi, para regocijo de los amantes de placeres culpables. A quién le guste la narrativa clásica, o a quién vea inmoral el disfrute sin prejuicios de la violencia, más vale que se aleje de estos inventos. Por mi parte, aunque me lo pasé mejor con los anteriores trabajos de sus responsables, encuentro en Gamer un correcto entretenimiento en clave ¿Cyber punk? Un nuevo ejemplo del cine de acción violento y delirante que ha ido creciendo en este siglo XXI, aunque la acogida en popular en muchos casos, como en este mismo, no ha acompañado. El desvarío se completa con la correcta interpretación del rudo Gerald Butler, que se acopla sin problemas a este tipo de héroes con cara de haber roto muchos platos, y con Michael C. Hall, el carismático antihéroe de la genial serie Dexter (2006-¿?), bastante eficaz en su rol de villano (atención al numero musical que se marca).