“”Zombieland logra bordear alguno de los convencionalismos más trillados, ofreciendo una road movie que se sostiene en un guión más mimado de lo que se acostumbra a ver en este tipo de cintas””.

★★★★☆ Muy Buena

Bienvenidos a zombieland

Que el cine zombi ha conquistado el mainstream es una realidad más que palpable en la primera década del nuevo milenio; si bien ha vivido un resurgir de oro en la mitad de ésta, en producciones como Zombieland no se vislumbran síntomas de decadencia. Y es que el debut de Ruben Fleischer entra de lleno en los cánones de la comedia norteamericana más tradicional, aquella donde no es raro ver a algún cómico del Saturday Night Live haciendo cameos, llevándola a terrenos romerianos con un presupuesto holgado, visualmente impecable.

Entre toda la avalancha de cine sobre o con muertos vivientes de estos años no faltan las comedias y parodias que, como Zombie Party (Shaun of the Dead, 2004) o Slither – La plaga (Slither, 2006), diluyen el horror implícito del contenido con una fórmula plagada de sarcasmo y diversión. En esta producción, la Norteamérica post-apocalíptica y sus muertos se combinan con historias de amor adolescente y perdedores simpáticos, la cinefilia y los guiños con la acción y el gore. Una mezcla no demasiado original, pero que resulta plenamente satisfactoria al convertirse un espectáculo vertiginoso con una historia sencilla que fulmina su metraje en un abrir y cerrar de ojos.

Ante la saturación de títulos sobre muertos vivientes del último lustro, Zombieland logra bordear alguno de los convencionalismos más trillados, ofreciendo una road movie que se sostiene en un guión más mimado de lo que se acostumbra a ver en este tipo de cintas. Los personajes son el acento de la historia y los muertos pasan a segundo plano en casi todo el eje central de los acontecimientos, aunque no faltan planos sangrientos, mala baba y zombis viscosos y amenazantes para satisfacer la demanda de los amantes del género.

El debut de Ruben Fleischer en la pantalla grande fortalece la figura del zombi como icono de la cultura popular del siglo XXI. La película presenta un mundo colapsado que se asocia de forma inequívoca al muerto viviente. Este escenario está siendo reinventado en videojuegos, cómics, best-sellers y relatos que no cesan de aparecer en el mercado y han elevado al muerto viviente a la categoría pop que tuvieron, por ejemplo, las criaturas de la Universal en los años 30. La diferencia de Zombieland con otros cocktails de géneros de su especie es que presupone el conocimiento de ciertos clichés por el espectador para jugar con ellos e inventar ciertas reglas, como si de un juego de rol se tratase.

Porque en Zombieland todo lo que hace que una película gane fama de Serie B está tratado no sólo con los medios de una Serie A, sino con la agilidad de montaje y aspecto de una teen movie al uso, recursos musicales que componen pequeños videoclips (empezando con la secuencia de títulos de crédito, una pequeña maravilla) y una dirección que muestra la poca intención de Fleischer de convertirse en el nuevo realizador splattspic de moda. En el fondo, sus pasos parecen guiarle tras gamberros como John Landis o Harold Ramis, cuyos picoteos con el fantástico eran tan geniales como puntuales.

Lo mejor: Su ritmo, guion y personajes
Lo peor: quizás se eche de menos la presencia de los muertos en su acto central.
publicado por Jorge Casanueva el 26 diciembre, 2009

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