Avatar
En ocasiones el séptimo arte hipnotiza a las masas con largas promociones, antes de su estreno algunos filmes ya son considerados leyendas. En Avatar se lleva estos hechos a la máxima expresión. Por un lado significa el regreso del director de “Tinanic” “Terminator” el rey del mundo James Cameron.
Hasta hace poco solo se hablaba sobre sus nuevos logros técnicos, la obra que cambie ciertas formas cinematográficas. La más comentada es el formato esteroscópico con el fin de adentrar al espectador en una dimensión novedosa viviendo el espectáculo en piel propia. Sin embargo yo siempre me preguntaba ¿tendrá historia? La respuesta es que nos adentramos en una sociedad capitalista que no se arrepiente en colonizar tierras más débiles en pos de sus objetivos. Apostando sobre la necesidad de amar inherentes al ser humano en su cauce redentor.
Sin olvidar el guerrero postrado que puede volver a alzarse sobre sus pies interpretado magistralmente por el protagonista de Terminator Salvation Sam Worthingthon bien acompañado por la inolvidable teniente Ripley de la saga Alien Sigurney Weaver. Dejando claro que no le falta argumento ni profundidad dramática, avatar no olvida su cometido por el que se acaba de convertir en la superproducción más cara de la historia cinematográfica. Es decir puro espectáculo donde con un ritmo frenético se nos envuelve en un mundo realmente extraordinario de maravillosos paisajes. No descubro nada al catalogar de sobresaliente su fotografía, efectos especiales, puesta en escena, banda sonora es decir todo su conjunto.
El mensaje antimilitarista con apego a la naturaleza se encuentra presente en toda la trama. Incluso me recuerdan ciertos parajes a “Bailando con lobos” o “El último samurai” en el cambio de parecer del héroe uniéndose al bando contrario al descubrir las verdaderas inquietudes de la raza al que pertenece y eligiendo su propio camino en pos del amor.
Cameron demuestra que se pueden gastar cantidades indecentes y ofrecer algo a la altura, verdadero cine que en 3D te transforma a un viaje de proporciones tan bellas como épicas.