Es una película de encuentros y desencuentros, de deseos y decepciones, de sentimientos y pasiones. Como en todas las road movies, la carretera, los bares, los restaurantes de comida rápida, son una metáfora de la vida misma.

★★★☆☆ Buena

My Blueberry Nights

        Hay gente que habla de forma sincopada, existe también música sincopada, My blueberry nights es una película sincopada en ambos aspectos. Percibida musicalmente la película presenta ritmo de jazz en cuanto intuímos que los sentimientos débiles coexisten y se superponen a los más fuertes (el piano de la melancolía al desgarro de la trompeta) y en el plano literario las emociones de los personajes se ven truncadas con significativos silencios.

        Es una película de encuentros y desencuentros, de deseos y decepciones, de sentimientos y pasiones. Como en todas las road movies, la carretera, los bares, los restaurantes de comida rápida, son una metáfora de la vida misma, pero en este caso Wong Kar-Wai les imprime una altura poética: coloca a Elizabeth (Norah Jones) en el inmenso cruce de destinos que es Nueva York y permanece atento con su cámara a ver cómo se desenvuelve la chica. El resultado es My blueberry nights.

        Aunque el argumento tiene un desarrollo continuo, de viaje, de paso del tiempo, los diversos episodios que lo segmentan forman pequeñas historias que plantean situaciones de la vida casi independientes. Los ciento once minutos que dura la película le sirven al director chino para mostrarnos casi todas las tribulaciones de los que deambulamos por el mundo: el amor desinteresado, el posesivo, el despechado, el suicida, también el problema del alcoholismo, la ludopatía… la soledad, la falta de ternura de la vida moderna, el azar.

        La película está filmada a base de primeros planos dándole a los actores todo el protagonismo. La imagen minuciosa nos permite apreciar la expresión tímida de Norah Jones, el talante aparentemente indiferente de Jude Law, la belleza desordenada de Rachel Weisz o la sonrisa socarrona de Natalie Portman.

        Al volver a mi casa veo más brillantes las luces aisladas en el campo y también las de la carretera, tienen más contraste bajo una luna deformada, es probable que se deba a que mis ojos se han adaptado al color nítido de la película. Con el frío que hace otros irán por carreteras de nieve con sus propios pensamientos. Los niños suelen salir de los cines creyéndose los protagonistas, a los mayores las películas sólo nos dejan una vaga atmósfera, señal que nos han tocado.

Leopoldo de Trazegnies Granda

Lo mejor: Su altura poética
publicado por Leopoldo de Trazegnies Granda el 4 diciembre, 2009

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