Funny games (2007)
El director Michael Haneke( La pianiste, Caché) quiere con este film refregarnos las peores fobias que generan aún mas inseguridad. Como si ya no bastara estar lleno de alarmas, rejas en las ventanas y circuitos cerrados de televisión. Muestra violencia, maltrato psicológico en un entorno que se supone seguro como la época estival. Allí dos excéntricos personajes están dispuestos a realizar juegos bastantes sádicos sin siquiera tener un motivo aparente. El que se suponía un idílico fin de semana con su pequeño hijo, Ann (Naomi Watts), George (Tim Roth) se van de viaje a su casa a orilla de un lago. Todo va de maravilla hasta que un supuesto invitado de unos vecinos llega a pedir unos huevos. Ann encantada se los entrega pero una y otra vez los rompe comenzando un extraño juego que se ve intensificado cuando aparece en escena otro individuo, vestido idénticamente de impecable blanco, con guates de algodón. Gradualmente el ambiente se torna inseguro y hostil cayendo secuestrados en su propio hogar.Estos dos refinados psicópatas, de los cuales no se sabe nada, invaden la casa de fin de semana de esta familia acomodada iniciando una tortura mental y físicamente a los dueños de casa y al pequeño hijo. El desagrado de las secuencias perturba al espectador con bastante realismo, sin artificios. Se usan imágenes horripilantes extraídas de la realidad que golpean visualmente, debido a su quietud, los silencios y la consistentes actuaciones del pequeño elenco. Pone a prueba en todo momento al espectador que podría confundir la incomodidad con el aburrimiento fácilmente, debido a lo pausado del relato. ‘Funny Games’ se atreve a jugar con la violencia, de paso crítica la misma violencia de Hollywood y nuestro propio voyerismo complaciente.
Los personajes centrales Paul (Michael Pitt) y Peter (Brady Corbet) son de temer, se autodenominan Beavis and Butthead, como hijos o caricaturas de la violencia que brota de los miedos más profundos. La cinta es un remake de la película de mismo título dirigida por el propio Michael Haneke en 1997. la gran atmósfera de incetidumbre atrapa al espectador.