ese urbanita inseguro, hipocondriaco y entrañable que forma parte de lo mejor de la historia del cine.

★★★★★ Excelente

Sueños de un seductor

Gracias al maestro Ramón me enteré hace unos meses que mi película preferida de Woody Allen no la había dirigido él. Busqué en internet y resulta que el neurótico neoyorquino aún no se sentía del todo seguro detrás de la cámara, por lo que tuvo que recurrir a un director como Herbert Ross. Curioso es que tampoco tenía este hombre mucha experiencia. Cosas de Woody ….

El caso es que “Sueños de un seductor” es un tremendo homenaje a Humphrey Bogart en general y a “Casablanca” en particular. Allan (Woody Allen) es un crítico de cine recién divorciado de una mujer bastante liberal. Sus amigos, Dick y Linda (fantástica Diane Keaton), intentan conseguirle algún ligue para animarlo un poco pero cada intento acaba en fracaso por la torpeza de Allan.

El Woody Allen prototípico aparece cada vez que una falda le pasa por delante de las narices. Increíble es la escena donde intenta impresionar a una compañera del trabajo de Linda y acaba destrozando su cuarto de estar. O cuando se lleva a una cita a un tugurio de moteros …. Allan sufre de alucinaciones por partida doble: por un lado está Bogart, que no duda en aconsejarle seguridad y aplomo en si mismo. Por el otro, su ex que no para de recordarle lo poca cosa que es. No es de extrañar que los planes le salgan de esa manera al pobre.

El marido de Linda es un yuppie en toda regla. Su vida va de avión en avión y sólo le interesan los negocios y las fluctuaciones de la bolsa, por lo que Linda va pasando cada vez más tiempo con Allan. No tarda en aparecer el espíritu de Bogart para recordarle que es la única mujer con la que tiene afinidad, así que una cena íntima en casa será el “ahora o nunca” para él. Tendrá que luchar entre el amor de su vida y la amistad de su mejor amigo, algo parecido al triángulo amoroso de “Casablanca” entre Rick, Ilsa y Viktor Laszlo. Como de costumbre no contaré el final, pero quien haya visto la mítica película de Curtiz ya se puede hacer una idea de cómo acaba la cosa.

Hilarante de principio a fin, con un Woody Allen y una Diane Keaton magníficos, para mí es la cima cinematográfica del genial judío neurótico. Gran mérito tiene el crear un arquetipo, al igual que hicieran en sus tiempos Chaplin o los Hermanos Marx. Lástima que con el paso del tiempo se fuera repitiendo en exceso, pero están ahí sus primeras obras para recordarnos a ese urbanita inseguro, hipocondriaco y entrañable que forma parte de lo mejor de la historia del cine.

publicado por Javier Martínez el 31 octubre, 2009

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