Jennifers body
Empiezo a pensar que los destellos de genialidad de Diablo Cody al crear a la contestataria e impertinente Juno han sido simple y llanamente un golpe esporádico de buena suerte. Desde entonces se ha convertido en la gran apuesta de Spielberg para televisión con United States of Tara donde el dramatismo y la comedia no acaban de cuajar y ahora regresa con Jennifer’s Body.En esta película vestida de gamberrada adolescente se queda de nuevo en la idiosincrasia de la juventud americana explotando tópicos revenidos. Jennifer y Needy son amigas desde la infancia, algo raro dado que una de ellas es una jovencita recatada y empollona mientras la otra es la chica más popular del instituto. Pero a pesar de las diferencias se entienden y se llevan bien hasta que una noche en un concierto en su tranquilo pueblecito sucede una desgracia causando la muerte de varias personas y acontecimientos siniestros que cambiarán la vida de Jennifer desde ese instante. Cuando la jovencita regresa a casa no es ella misma, es la encarnación del mal.
Había muchas formas de afrontar un argumento como este, posiblemente Sam Raimi se esté revolviendo en su cama con pesadillas por lo que podía haber ideado para tremenda producción. Dos chicas guapas, cosas satánicas de por medio peor por desgracia un malogrado sentido del humor que hacen echar en falta la chispa de la serie B. Y es que Cody se debate entre la comedia adolescente, la cinta de terror y su obsesión por conservar esa fama de lengua afilada, conversaciones cínicas y respuestas inteligentes. Por desgracia no cuaja en ninguna de sus tres pretensiones y se queda en una suerte de ligero capítulo de Reaper con un poco de carnaza y besos lésbicos para complacer al plantel de espectadores masculinos que encontrarán una versión larga de “pelea en el barro”.
Megan Fox se vende como la protagonista de la cinta, una mujer que ya quisiera poder decir aquello de “Tengo una mente para las finanzas y un cuerpo para el pecado” pero se queda sólo con la parte del cuerpo y del pecado. Insulsa e insustancial consigue seguir su incuestionable carrera de chica mona y además se atreve a robar protagonismo a Amanda Seyfried, autentica cabeza de cartel.
Lo mejor: Su final y el epílogo, un ejemplo de cómo contar las cosas con más gracia y mala leche.
Lo peor: La ausencia de humor inteligente que podía haber encumbrado Jennifers Body a la serie B con pasta siguiendo la estela de Arrástrame al infierno.