Colin
Con un pobre presupuesto (unos setenta dólares), una cámara digital, unos 100 extras sacados del dichoso Facebook, y durante dieciocho meses, el director Mark Price se dispuso a rodar esta atroz historia de zombies contada como si fuera desde el punto de vista de uno de ellos. La idea, a priori, puede resultar curiosa pero eso es algo que durante el visionado de la película desaparece por completo de la mente. Es absurdo plantearse qué es lo que hace un zombie durante su "existencia" porque de esta manera sólo se puede caer en algo insustancial y paupérrimo. Hasta por momentos parece que se haya querido dar sentimientos al chico zombie protagonista, mirando unas piezas del Lego, y siendo raptado para que sea concienciado por su hermana para que entre en sí y se deje de tonterías, o sea, en otras palabras, domarlo, algo que recuerda a la comedia canadiense Fido (2006). Y aunque el director haya tenido la desfachatez de probar a ver si suena la flauta y de que por lo menos se vean zombies de verdad, de esos que no corren, Colin es una película para olvidar, que se alarga hasta límites insondables, sorprendiendo por su falta de lógica en muchos momentos.Lo mejor: Cuando acaba
Lo peor: Cuando la hermana del protagonista