El imberbe de Bruno vende su bebe al mercado negro ya que su verdadero interés no esta en la paternidad sino en hacer dinero para sobrevivir. Un film de Luc y Jean-Pierre Dardenne.

★★★☆☆ Buena

El niño (L enfant)

Ganadora de la Palma de Oro en Cannes el año 2005 tiene como antecedente esta excelente cinta de los hermanos belgas Luc y Jean-Pierre Dardenne, que siguen cautivando con su particular forma de filmar y por sobre todo con temáticas de personas marginales y que nadie presta mucho atención en las calles donde se fraguan interesantes historias.  Bruno (un gran Jérémie Renier) tiene 18 dieciocho años de edad y vive con su novia Sonia (François), en Seraing, el este de la ciudad de acero de Bélgica. Ellos viven de las pensiones  de desempleo de la chica y la mendicidad y ciertos robos que comete Bruno junto a unos muchachos.  Pronto su realidad se ve trastocada con la llegada de Jimmy, el hijo de ambos donde el padre más que nada lo ve como un objeto que como su primogénito. Le interesa más conseguir dinero para sobrevivir y darse algunos privilegios como bella ropa.  
El nombre de la película no se refiere solamente al pequeño en cuestión sino al comportamiento infantil de Bruno que es un verdadero niño en las calles, mintiendo descaradamente, pidiendo limosna a los transeúntes y no tomando el destino en sus manos con actitudes de pre-adolescente.
En un momento de desesperación y por que no decirlo locura por el dinero vende a su hijo en el mercado negro. La elección oscura optada muy pronto tratará de revertirla debido al impacto causado en su novia y la denuncia a la policía. Pero ya nada será como antes y se adentrará en problemas que lo dejarán absorto. Adentrarse en las miseria humana con suma percepción no caricaturizando en una de las constantes de los hermanos Dardenne, que a pesar de l ritmo pausado y contenido de la cinta nuevamente escarba con esta película tal como lo hizo en "La Promesse", "Rosetta" y "El Hijo", en los que tienen menos y corren paralelo a las mayorías. El cine de los Dardenne no se caracteriza por sobreactuaciones, tiroteos o persecuciones espectaculares más bien van por el camino del humanismo y realismo con potentes construcciones dramáticas que atrapan a pesar de suponer un cine que se toma sus tiempo en su desarrollo que no encanta a todos. Retratan la oscuridad humana sin dejar de lado nunca algún grado de esperanza. Sus películas son absorbentes para los espectadores pacientes y que deja caer los créditos de la misma en cualquier momento como dejando tarea para la reflexión y proyección de sus personajes en la mente de los espectadores.  La cámara sigue y lo observa todo con total ausencia de banda sonora. Solamente los sonidos de una ciudad y realidad abrumadora es la que cubre a sus protagonistas.
publicado por David Lizana el 17 octubre, 2009

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