La película se esfuerza por responder a todas las preguntas que ha planteado al principio y, desafortunadamente, responde demasiado y mal.

★★★☆☆ Buena

Las crueles

Estamos a finales de los años 60. Toda la cinematografía europea se halla a merced de las Nuevas Olas… ¿Toda? ¡NO! La irreductible filmografía ibérica se resiste a la invasión. Por suerte, sin embargo, contamos con directores de la talla de Vicente Aranda, un cineasta con una visión mucho más amplia de lo que estamos acostumbrados por estos lares. Las crueles consta de dos partes muy diferenciadas entre sí, la primera es puro cine de suspense como nunca se ha rodado en este país, con una trama que engancha al espectador y una narrativa brillante y efectiva. La segunda, en cambio, es más vanguardista y confusa, en ella la película se esfuerza por responder a todas las preguntas que ha planteado al principio y, desafortunadamente, responde demasiado y mal. Aranda es un gran aficionado al cine de Hitchcock pero considera que sus resoluciones son burdas, detesta esos epílogos en que un doctor revela todos los intríngulis de la trama. Por eso quería desarrollar una película donde se perfeccionara la fórmula, trazando un misterio y luego desvelándolo poco a poco, durante toda la segunda mitad del metraje. El experimento es, digámoslo ya, completamente fallido, pero arriesgado e interesante.
Lo mejor: La primera mitad.
Lo peor: La segunda mitad.
publicado por Cecil B. Demente el 16 octubre, 2009

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