Frank Miller nos regala un juguete muy bonito, aunque poco practico.

★★☆☆☆ Mediocre

The spirit

Cuando Frank Miller se unió a Robert Rodriguez para dirigir la interesante Sin City (2006) no fueron pocos los que aplaudieron a rabiar su trabajo, y le encumbraron, de pronto, como un prometedor director de cine. Tal apoyo, y el éxito de la película, supusieron el empujón definitivo para que Miller, genio de los cómics, diera por fin el salto, en solitario, a la gran pantalla. Para tal cometido, decidió adaptar la obra maestra en viñetas de su reconocida fuente de influencias, Will Eisner. Se trata de The Spirit, una serie creada en 1940, que fue publicada en algunos periódicos de Estados Unidos. Para su traspaso al celuloide, Miller capta cierta esencia de la obra, para alejarse después en tratamiento de los personajes y añadir una estética neo noir calcada a la de la citada Sin City. El resultado, pese a no ser tan malo como muchos apuntaron en su (fracasado) estreno, se resiente de varios males, que evidencian la gran capacidad de su autor para el mundo de novela grafica, aunque no precisamente para un gran proyecto cinematográfico. El cine y el cómic, aunque complementarios, son diferentes. The Spirit, la película, es muestra de ello.

Lo peor no es que su protagonista, Gabriel Martch, tenga menos carisma que un saco de patatas. Tampoco que el trabajo de las espectaculares féminas (Paz Vega y Eva Mendes a la cabeza) se encuentre desaprovechado. El principal problema es el guión. No encontramos ningún clímax, ninguna escena especialmente reseñable. Es un encadenado de situaciones, varias de ellas alargadas hasta la saciedad, que parecen decirnos que con ser bonitas visualmente nos tiene que valer. De ahí que no haya ritmo en la narración, que el final sea igual de emocionante que cualquier escena del nudo. Salvo extraviados momentos de lucidez (el flashback que recuerda la juventud y primer amor del protagonista), todo se ingiere visualmente, sin atisbo de alma. Incluso las apariciones estelares de un Samuel L Jackson disfrutando en su papel de villano no llegan a ser del todo disfrutables. Lo que nos queda, por tanto, es lo mínimo esperable: una elegante saturación de imágenes visualmente notables. Un ejercicio, valido para algunos, decepcionante para otros, de saber hacer técnico, superficial, pero carente de sustancia. Solo envoltorio, vaya.

publicado por Carlos Cubo el 25 septiembre, 2009

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