El exceso de publicidad a cerca de su violencia y la polémica desatada pueden jugar en su contra, pero que no quepa duda que estamos ante una película fascinante, cruel y malsana como pocas. Contiene imágenes que se quedan en la retina durante mucho

★★★★☆ Muy Buena

Martyrs

Aún recuerdo cuando hicieron saltar la polémica por la excesiva violencia de Hostel (2005). Cuando se estrenó, pudimos comprobar que, ni de lejos, había para tanto. Algunas torturas y desmembramientos que cualquier adolescente puede asumir con facilidad hoy en día. Poca cosa, vaya. En ocasiones, este marketing no es más que eso, puro truco comercial destinado a polemizar para hacer taquilla. Sucedió algo parecido con La pasión de Cristo (The Passion of Christ, 2004). Carteles en las taquillas de los cines avisaban sobre el alto nivel de violencia en pantalla. En éste caso hay que admitir que tales advertencias eran más coherentes, sobretodo para la gente muy religiosa. Igualmente era un truco comercial. Con la llegada de Martyrs al festival de Sitges del pasado año, las multitudes se amontonaban en las puertas del cine para comprobar si era cierto todo lo que se decía sobre ella. Desmayos, mareos, vómitos, infartos y ambulancias situadas a las puertas de la sala. Todo eso estuvo de la mano de Martyrs durante su estancia en el certamen, rodeándola de un aura de película maldita. Algo que obtuvo su dimensión definitiva cuando se supo del suicidio de Benoit Lestang, responsable de los soberbios efectos de maquillaje y gore de la película.

Antes de meternos de lleno en la reseña, me gustaría hacer una aclaración. Los que ya nos hemos habituado a ver todo tipo de películas violentas, estamos, por así decirlo, curados de espanto en estos temas. Es por ello que después de conocer toda la polémica suscitada por Martyrs, más de uno se ha sentido decepcionado. No es que Martyrs no sea todo lo que han dicho de ella. Lo es. Y no dudo que haya determinadas personas que puedan marearse, angustiarse o incluso desmayarse viéndola. El problema es que ya no se trata de una película que se conoce siendo virgen. Conoces mucho de ella antes de verla, estas preparado. Gracias a la polémica habrá mucha más gente que sienta iteres hacia ella, aunque, jugando con un arma de doble filo, también conseguirá que no impacte del mismo modo una vez vista. Aún así, que a nadie le quepa duda que se trata de algo realmente malsano e impactante. Son noventa minutos que soportaremos los que, como dije, estamos curados de espanto, pero, y aviso, serán demasiado desagradables y ofensivos para otros, según su sensibilidad.

Martyrs está dirigida por un Pascal Laugier en estado de gracia. Afortunadamente, no consigo ver en ella al mismo director que se dio a conocer con la terrible El internado (Saint Ange, 2003). El guión, escrito por el propio Laugier, está estructurado de una forma original y adictiva. Siempre interesante, narra en la primera mitad la historia de venganza, incrustando flash backs de las torturas que le hicieron sufrir de pequeña a una de las protagonistas. Y a esto se le adhiere una subtrama supuestamente sobrenatural, que ira despejando su significado a medida que avance la acción. Estos, digamos cuarenta y cinco minutos, ya de por sí guardan momentos escalofriantes (la fría visión del asesinato de la familia, los macabros ataques de una monstruosa mujer aparentemente imaginaria). Avanzamos después a un segundo acto a partir de un giro de la historia, que tiene, probablemente, la escena más brutal en cuanto a gore de la película. No diré más. La cosa es que, cuando parece que lo visto en esa hora ya ha sido bastante, sabemos que aún queda la muy publicitada media hora final de tortura. Son treinta minutos rodados a base de fundidos en negro, prácticamente sin diálogos. Más duros por la violencia psicológica que por la grafica. Y es aquí donde descubriremos el verdadero porqué de Martyrs. Un mensaje que puede resultar confuso en cuanto a las intenciones de Laugier, pero que al fin y al cabo, logra estremecer.

publicado por Carlos Cubo el 6 septiembre, 2009

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