Distrito 9
Distrito 9 es la mejor película de ciencia ficción desde Matrix. Así, sin medias tintas. Ha habido que esperar una década para que alguien ingeniase un filme fresco, dinámico, lleno de interrogantes y que dibujase una realidad imposible que mantuviese al espectador pegado al asiento tratando de asimilar lo que está viendo.El hecho de que esté realizada como si por momentos se estuviese viendo un documental es un acierto del director, el novato Neill Blomkamp, quien ha sabido contar una historia de alienígenas con una perspectiva hiperrealista que lleva el típico conflicto entre las diferentes civilizaciones del espacio a un contexto tan terrícola como la xenofobia.
Blomkamp contó con el respaldo del genial Peter Jackson, quien produjo esta película con vocación de clásico del cine.
Distrito 9 sitúa la acción en Johannesburgo (Sudáfrica) 30 años después de que una nave extraterrestre se instalase sobre sus rascacielos, al estilo de series como “V” o filmes como Independence Day. En esta ocasión, sin embargo, ese gigantesco vehículo espacial se quedó inerme, sin respuesta, lo que llevó a los hombres a plantearse abrir una vía de entrada en la estructura. Fue entonces cuando los expedicionarios se toparon con un panorama más propio de un campo de concentración nazi que del que sería de esperar de unos seres capaces de crear semejante tecnología.
A partir de ahí Distrito 9 avanza tomando elementos vistos en otros filmes (que tienen raíces muchas veces en hechos reales) pero que en conjunto conforman un producto único y sólido. Alusiones a producciones sobre genocidios o tráfico de armas en África, historias sobre sustancias infecciosas, metamorfosis como en La mosca, y una traca final de acción suburbana con toques apocalípticos a lo Mad Max que tiene lugar en una ratonera como Black Hawk Derribado. Todo ello aderezado con armamento futurista entre Robocop y Terminator producido por unos alienígenas bastante repugnantes con forma de gamba gigante e inexplicables pocas luces.
Distrito 9 es toda una experiencia que no defrauda en el guión y, a pesar de las reticencias iniciales, deja momentos memorables para los amantes de efectos especiales.
El peso del relato cae sobre los hombros de un héroe atípico, Wikus Van De Merwe (Sharlto Copley), un hombre feliz e ingenuo que acaba sumido en una pesadilla con pocas expectativas de acabar bien.
La película concluye con muchas preguntas aún en el aire, cuestiones que no desestabilizan el argumento pero que requieren una respuesta clara. Quizá es por eso por lo que el final parece tan abierto, para permitir una segunda parte, aunque hubiese sido de agradecer alguna explicación más sobre la extraña raza de extraterrestres devoradores de comida para gatos, capaces de atravesar el universo e inútiles a la hora de organizar ni tan siquiera un campamento de verano.
Lo mejor: El hiperrealismo con el que se cuenta la historia para tratarse de unos extraterrestres con forma de gamba locos por la comida para gatos. Se agradece que por una vez no se trate de una secuela, una filme basado en un cómic, en juguetes, dibujos animados o una adaptación de un best seller.
Lo peor: La cantidad de preguntas que quedan sin respuesta al término del filme y que impiden entender bien a los alienígenas.