El Último vals
Documental de Scorsese que inmortalizó el último concierto de The Band. El grupo con cuyas canciones hemos crecido, no hemos enamorado, hemos bailado y cantado cosas como “The Night They Drove Old Dixie Down…”El rupo de Robbie Robertson representa a todos las bandas de rock de la época dorada de la música, y no sólo por su nombre genérico (ellos intentaban llamarse de mil maneras sin conseguirlo: todos les llamaban The Band) sino por su grandeza. Son, por ejemplo, antológicas sus colaboraciones con Bob Dylan, En especial aquel disco-borrador fantástico de las cintas del sótano. ¿Has bailado con tu chica “Going to Acapulco”? Pues a que esperas…
El documental de Scorsese no es un rodaje convencional de un concierto. El director es tan cinéfilo como apasionado de la música rock. Y se nota. Pero sobre todo es un gran profesional; lo demuestra en este tipo de filmes donde el montaje es esencial. Independientemente del número de cámaras que tengas -cuantas más, mejor- lo importante es decidir la sucesión de planos que van a verse en pantalla. Seguro que la experiencia adquirida en el documental de Woodstock –donde se encargo de parte de la edición-, más todo su recorrido posterior, sirvió a Scorsese para escoger las tomas adecuadas. Para detectar esas miradas entre Robbie y Bob Dylan; las que dan pie a que el primero inicie su solo de guitarra o a que el segundo cambie de tema. Para elegir los planos generales que captaban el duelo de guitarras entre Eric Clapton y Robbie, en la excelente jam que ambos se marcaron; o para decidirse por un contraluz, mientras Joni Mitchell acompaña al micrófono, enriqueciendo una excelente versión de "Helpless" a cargo de su autor: Neil Young.
Pero además hay que construir un argumento que acompañe a la música, verdadera eje del documento. Hay que seguir un guión. O fabricarlo con todo el material del que disponemos. Así, Scorsese presenta una introducción, donde la banda anticipa el tema del concierto: son los cinco músicos atendiendo el bis del público durante una de sus giras. Pronto darán su último recital.

Después, en el desarrollo de la película, Scorsese entrelaza, hábilmente, las canciones con las entrevistas. Estos impulsos narrativos dan pie a que desfilen leyendas del blues como Muddy Waters (impagable la versión de "Mannish Boy"); del country como Joni Mitchell; o del folk como Emmylou Harris, para confirmar que The Band han tocado prácticamente todos los géneros. El vocalista y batería, Levon Helm lo resume mejor que nadie: “Sólo es rock and roll”.
El final es mucho más fácil: sin olvidarse de una cámara para Ringo, en el extremo izquierdo del escenario, y de otra para Ron Wood, en el derecho, para tener contentos a los fans de los Beatles y los Rolling, el resto es dejarse llevar por la leyenda; y aguantar sin desmayarse mientras hacen voces Dylan, Van Morrison y Robbie, por un lado, y Young, Mitchell y Rick Danko por otro.
The Last Waltz es más que un homenaje a una gran banda de rock. Creo que Martin Scorsese se daba cuenta de que estaba rodando un hito en la historia de la música. El tag line del filme no exageraba cuando decía aquello de “la mejor película de rock jamás realizada”; desde luego no seré yo el que diga lo contrario.