Robots salidos de madre y arañas cibernéticas, son algunos de los elementos inconexos que Runaway sitúa en un contexto realista, creando una mixtura interesante, pero que se resiente por el tono relamido, la anemia y la excesiva compostura del filme.

★★☆☆☆ Mediocre

Runaway, brigada especial

A caballo entre el thriller policiaco y la ciencia ficción de serie B, el sexto filme como director de Michael Crichton juega abiertamente con los convencionalismos del género, asumiendo sin tapujos su condición de tecno-thriller moderno, una etiqueta que al abajo firmante no le vuelve particularmente loco. Crichton es un autor excepcionalmente dotado para trivializar el hecho científico, la conspiración de las máquinas por el dominio mundial (El hombre terminal) o la existencia de dinosaurios en la era moderna (Parque Jurásico), son dos temas que el autor ha tomado prestados de la literatura pulp y que ha convertido en best-sellers, dotándolos de un supuesto enfoque más adulto y científico.


La película nos cuenta la historia del sargento Ramsey, un policía que se dedica a la captura de robots descontrolados y con tendencias homicidas. La acción se sitúa en un futuro alternativo no muy lejano, de tal manera que casi puede interpretarse como una ucronía de los años 80’s, ya que los elementos divergentes y anacrónicos se reducen básicamente a la instauración de robots en la vida cotidiana. Un hecho con evidentes tintes futuristas, pero que no viene orquestado por el habitual attrezzo de naves espaciales y paisajes futuristas, no se sabe muy bien si por convicción estética, falta de interés o escasez de presupuesto, pero el resultado es el mismo: la ficción aquí, como en las novelas de Julio Verne, deviene presente y no futuro.


Si algo destaca del filme es su carismático elenco de actores, desde el eficaz Tom Selleck (Magnum, P.I., 1980-1988), pasando por Cynthia Rhodes (la competencia de Jennifer Grey en Dirty Dancing, 1987), Gene Simmons (el cantante de KISS), Kirstie Alley (la Rebecca de Cheers, 1982-1993), Joey Cramer (el niño de la mitiquísima El vuelo del navegante, 1986) y G. W. Bailey (el detestable Capitán Harris de Loca Academia de Policía, 1984-1994).


Runaway
es un thriller de ciencia ficción sobre el que planean ecos del cine de acción de los años 80’s y una cinta que no puede evitar caer en los clichés del género, ya que contiene todos los ingredientes de este tipo de productos (el poli íntegro, el villano malvado e inteligente, la chica, el esperado final donde el protagonista debe enfrentase a sus miedos…), la película es puro cine de evasión con la mayoría de concesiones y agujeros negros del cine del momento.


Por otra parte, el discurso moral también queda implícito en el filme. El propósito es una puesta en alerta contra los peligros del mal uso de la tecnología, un tema muy recurrente en la obra de Crichton, pero que aquí está tratado de forma superficial y efectista, de tal manera que la película no establece un diálogo con el espectador, sino que realiza un soliloquio banal y dogmático satanizando a la misma. Aun así, la mezcla tan natural entre cine policíaco y cachivaches de ciencia ficción, crea una atmósfera curiosa y marciana que otorga de cierto encanto a la cinta.


Robots salidos de madre, arañas cibernéticas, balas inteligentes que doblan esquinas, un Mad Doctor y una vidente, son algunos de los elementos inconexos que Runaway sitúa en un contexto realista, creando una mixtura interesante, pero que se resiente por el tono relamido, la anemia y la excesiva compostura del filme.


La frase: “Déjame que te explique cómo van las cosas; nada funciona bien, las relaciones de pareja no van bien, la gente no funciona bien, pero fabrican máquinas, ¿porqué iban a ser perfectas las máquinas?”
Lo mejor: El cóctel de géneros.
Lo peor: La falta de garra general.
publicado por Cecil B. Demente el 24 abril, 2009

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