Me enamoré de una bruja
Divertida comedia de Richard Quine, que no pretende la carcajada, pero consigue la sonrisa continua del espectador a lo largo del metraje.El realizador cuenta con su actriz fetiche, Kim Novak, protagonista de sus mejores filmes. La estrella, muy elegante, vestida por Jean Louis, es una hechicera más sutil que la interpretada por Veronika Lake en otro largometraje inolvidable: Me casé con una bruja (I Married a Witch de René Clair, 1942). Además tiene a su lado a James Stewart, su compañero en la excelente Vértigo (Alfred Hitchcok), realizada ese mismo año. A pesar de que en las dos

Sin apartarnos del casting, hay que decir que los secundarios son de verdadero lujo: Jack Lemmon y Elsa Lanchester. A esta última se la recuerda por otra película de corte fantástico: La novia de Frankestein (Bride of Frankestein de James Whale, 1935), pero es justo reconocer que también participó –brillantemente- en varias películas interesantes, algunas al lado de su marido, Charles Laughton.
El lastre de este tipo de largometrajes, su evidente guión -sólo viendo quienes son los actores y el título de la película ya podríamos deducir casi la totalidad de la trama-, es solventado con maestría por Richard Quine. Para ello el director propone una sucesión de agradables escenas, dentro de una comedia ligera, todas adornando el objetivo principal del filme: el inevitable conjuro en el que caerá el no tan inocente James Stewart.