Watchmen
El momento ha llegado. Si los fans llevaban años con enfervorizados deseos de que la adaptación al cine de la sobresaliente novela gráfica Watchmen se llevara a cabo, la espera hasta el día de hoy, desde el momento en que el proyecto fue anunciado, no ha sido mucho menos impetuosa. Watchmen llega hoy a los cines de todo el mundo precedida por críticas de toda índole, desde descarnadas dagas que apuntan a su irrealidad hasta apasionadas loas que admiran su oscurantismo y fidelidad al original.Ésta es una historia ambientada en una América alternativa en los años 80, donde la Guerra Fría está en su apogeo y los superhéroes, que antes habían sido respetados, ahora son perseguidos por la ley. Un día aparece muerto uno de ellos, que trabajaba para la CIA: El comediante. Su amigo Rorschach, el único héroe enmascarado que queda en activo, emprenderá la investigación de su muerte, que oculta algo mucho más importante de lo que parece a simple vista…
Dejando a un lado el fanatismo natural que rodea el universo Watchmen, y desde el total desconocimiento de este crítico, podemos comentar que nos encontramos ante un pretencioso ejercicio de preciosismo cinematográfico como con el que Snyder nos deleitó en su 300. Un continente impecable para un contenido que en origen supone una deliciosa gominola argumental y que en esta adaptación, como suele ser habitual en estos casos, se debate entre contentar a los fans y hacer el producto asequible a todos los públicos, y acaba por no terminar de convencer a ninguno de los dos bandos.
Y no es sólamente por la adaptación. A pesar de contar con dos brillantes (aunque mal utilizados) momentos musicales, el resto de montaje está basado en interminables planos en cámara lenta, escenas alargadas artificialmente y subrayados técnicos irrisorios que pretenden dotar de impostada trascendencia unas imágenes que no concuerdan con el motivo. Asimismo, se contextualiza insuficientemente el filme y se dan por sentadas demasiadas bases de la historia que están presentes desde el primer momento en la novela gráfica. Todo termina siendo un batiburrillo de referencias, homenajes, guiños y subrayados con algún tiempo muerto para vanagloria de la técnica y algo menos de espacio para una historia realmente interesante.
El único aspecto positivo, si es que puede llegar a serlo, sea la contemplación del despliegue de medios que supone esta película. Cada uno de los dólares que ha costado son identificables en todos los trajes, decorados, localizaciones y efectos sin excepción, y convierten a Watchmen en un catálogo de novedades técnicas y artísticas agradables a la vista. Brillante es, igualmente, la selección de canciones para la banda sonora, y resulta una verdadera lástima que Snyder no tenga el acierto de Tarantino ni de Boyle para saber utilizarlas.
De todas maneras, de nada servirá llorar por lo que pudo ser y no fue. Watchmen está llamada a competir este año como película más taquillera, y nada, ni su falta de calidad, harán que este monstruo fílmico, que ya ha comenzado su andadura, pare ni un solo momento. Podréis disfrutarla en vuestros cines más cercanos a partir de hoy mismo.