Viernes 13
Efectivamente, la nueva versión de Viernes 13 (2009) podría pasar menos por un remake y más por la enésima secuela de lo que comenzó en 1980 con el director Sean S. Cunningham. Así lo dictan las decisiones tanto de ubicarnos directamente en el meollo de la saga (Jason como el asesino con máscara de hockey incluída) como la de seguir los preceptos de las cuatro primeras entregas, antes de que el asesino de Crystal Lake se convirtiera en un ser enteramente sobrenatural. El resultado es, a todas luces, bastante pobre: a pesar de contar con mayores recursos que todas sus antecesoras, una base fanática leal y el apoyo incondicional tanto de Paramount como de New Line Cinema (por primera vez ambos estudios se unen para dar vida a Jason), el Viernes 13 recalentado se muestra incapaz de ir más allá de las películas anteriores, incluso a un nivel puramente superficial. Es con facilidad una de las mayores medianías de la saga, y resulta tan perfectamente olvidable que, si no fuese Jason el asesino, esta película ni siquiera se habría rodado.Por supuesto, nadie espera de una cinta de Viernes 13 que sea una gran película; precisamente por eso la oportunidad de hacer algo grande se presentaba de forma muy tentadora. Por desgracia, los responsables de este remake han decidido irse por el camino fácil: el discurso de explotación del que hace gala la saga (tetas, personajes vacíos y matanzas cada dos por tres) es válido al hablar de serie B genuina, pero cuando es "imitado" por los grandes estudios resulta ridículo. Por razones como esta (entre otras) es que una película como el remake de La matanza de Texas (2003) resulta lamentable. Dicha cinta, por cierto, también fue dirigida por Marcus Nispel, y a pesar de ser bastante penosa tenía al menos cierto valor al intentar dar un empaque visual muy cuidado al original de Tobe Hooper. Para Viernes 13, la idea de un acabado visual se limita a que la película se vea más nítida, y a pesar de que se agradece (y mucho) el regreso triunfal de los despelotes sexuales del elenco, todo el apartado de violencia es desganado, sin imaginación y completamente risible si lo comparamos con sus congéneres contemporáneos. Incluso este apartado se encuentra a años luz del trabajo realizado por Tom Savini en la primera y cuarta parte de la saga, ¡esto tras casi tres décadas de distancia!
Aparte de eso, el guión es de los más terribles. Si ya de por sí eran malos en la saga original, en esta alcanza niveles de falta de lógica abismales. El que la protagonista desaparezca con el chico de la moto durante horas a los cinco minutos de haberle conocido sin que esto genere el más mínimo conflicto en nadie no es una intención paródica, sino pereza argumental. Los personajes no es que estén mal escritos, es que son directamente aburridos y por completo carentes de interés alguno. La "sorpresa" de la mitad de la película sorprende porque es totalmente absurda, e incluso el propio Jason está sobrexpuesto, cometiendo entre otras cosas el error de hacer del personaje una especie de antihéroe (como en las últimas cuatro partes de la saga) cuando se supone que debe acojonar (como en las primeras cuatro). Por último el suspense es nulo, ya que absolutamente todas las muertes son iguales, con Jason catapultándose desde un rincón imposible que encima ya ha sido anunciado por el ángulo de la cámara.
Justificar la mediocridad de esta película argumentando la baja calidad de las anteriores es asimismo un error: la nueva Viernes 13 es completamente redundante en el panorama actual, y, salvo la presencia de Jason, en nada se diferencia de los productos más genéricos del horror mainstream. Quizás lo más lamentable de todo este asunto es que durante meses se nos intentó vender como una vuelta al cine de terror auténticamente bestia y cafre y al final ha sido tan fácilmente olvidable y banal como las peores partes de la saga.