The visitor
Un profesor de universidad que ha perdido toda fe en sus clases y no siente el más mínimo interés por el mundo académico al que tantos años dedicó se evade de los libros a través de la música. Toma clases de piano pero los resultados no son nada halagüeños, es más, su frustración académica se convierte en vital. En el transcurso de su vida mortecina se ve en la obligación de viajar a Nueva York para dar una conferencia sobre uno de esos temas que tanto le apasionan, intentará eludir el acto pero afortunadamente para él, no podrá.
Richard Jenkins nos convence con su excepcional interpretación de este aburrido profesor que nada más llegar a su casa en Manhattan se encontrará con una desagradable sorpresa: una pareja de inmigrantes se ha instalado en su hogar. A partir de aquí, la película que había empezado de forma pausada va cogiendo forma y ritmo y, poco a poco, irá sumergiendo al espectador de forma irremediable en una historia sencilla y veraz como la vida misma, de ahí radica su encanto. Tom McCarthy muestra su gran faceta como guionista, es de alabar su gran capacidad para conseguir que a partir de una pequeña y, a priori, insignificante historia, consiga un mensaje tan elevado y cautivador.
El tema de la inmigración esta presente como telón de fondo en The Visitor e invita a reflexionar sobre el trato discriminatorio que reciben muchos inmigrantes por parte de una sociedad endémica que no mira más allá de sus horizontes, es fácil atribuir a los demás tus propios errores. Leyes injustas dejan totalmente indefensas a personas inocentes, un papel vale más que una voz, se olvidando un aspecto fundamental para la vida misma, que el intercambio cultural y el diálogo siempre provocan riqueza. Y es que una simple persona basta para que otra salga de su letargo y empiece a escuchar notas de color en una vida que antes estaba llena de largos silencios nostálgicos.