El amor en los tiempos del cólera

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA

EL DESTINO DE LOS AMORES CONTRARIADOS

 

Las palabras sólo despiertan de su profundo sueño de biblioteca cuando abrimos las puertas de pasta dura que protegen su tiempo eterno y comenzamos a leer. Luego, cada vez que pasamos una hoja y rozamos con los dedos la delgada comisura de papel que separa dos páginas, uno continúa la lectura sin ser consciente del risueño desorden que ha provocado con ese simple gesto, especialmente entre las vocales y las comas. Sólo en contadas ocasiones llegamos a percibir ese travieso cosquilleo que empieza en las palabras y termina en el sur de nuestra memoria. A un servidor le ocurrió hace unos cuantos años, mientras leía El amor en los tiempos del cólera. Recuerdo con nitidez la emoción que sentía cuando estiraba ante los ojos cada nueva página, y como entonces las palabras comenzaban una extraña danza, agitando su esqueleto de letras y desprendiéndose con coquetería de sus significados más banales para transformarse en hermosos y reveladores juguetes. En las novelas de Gabriel García Márquez las palabras acarician y cincelan la realidad leve y perseverantemente, hasta hacerla mágica.

 “Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”. García Márquez nos atrapa irremisiblemente desde la primera frase de El amor en los tiempos del cólera, una delicada historia de amor que muchos consideramos su mejor novela y que el escritor colombiano redactó casi veinte años después de asombrar al mundo con Cien años de soledad, su obra más conocida y otra maravillosa demostración de talento y sensibilidad. La literatura del siglo XX no se entiende sin el universo fecundo y emocionante que brotó de su imaginación. Y es imposible no reconocer la trascendencia que su exquisita y precisa manera de juntar palabras tuvo en autores posteriores.

¿Y la película?, pues nada de nada. Todo lo que es sublime en el libro resulta vulgar en el filme. Es una cinta absolutamente prescindible. Si han leído el texto les parecerá una telenovela de tres al cuarto. Y si todavía no  han abierto las puertas de cartón que guardan su magia, les recomiendo que lo hagan algún día. Quizás dentro de cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches; el mismo tiempo que esperó Florentino Ariza por su amada Fermiza Daza.

                          Antonio Boñar

           Compostela, 23 de enero de 2008

Lo mejor: El libro de Gabriel García Márquez.
Lo peor: Todo lo que es sublime en la novela resulta vulgar en el filme.
publicado por Antonio Boñar el 7 febrero, 2009

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