Dieta mediterránea
Después de probar a dirigir un guión ajeno en la fallida Va a ser que Nadie es Perfecto, Joaquín Oristrell vuelve a la senda correcta, es decir, a volver a confiar en su pluma, senda que ha dado algunas de las mejores comedias del cine español reciente, como Inconscientes o Sin Vergüenza.
Con semejantes precedentes, lo primero que hay que señalar es que Dieta Mediterránea no es la mejor obra de Joaquín Oristrell, aunque sí es sensiblemente superior a la media de las comedias que se hacen en nuestro cine. Típicamente hispánica y mediterránea, Dieta Mediterránea, valga la redundancia, es una película amena, agradable, simpática, tierna y entrañable. Es de ese tipo de comedias que no provocan grandes carcajadas pero que sí se ven con una medio sonrisa dibujada permanentemente en los labios. Su humor, que aparece destilado en pequeñas dosis, no se basa en gags físicos o en chistes burdos, sino que destaca por su elegancia y por las pinceladas del ingenio mordaz y brillante de Joaquín Oristrell. Por su parte, tanto los tres actores protagonistas, especialmente una fresca y divertidísima Olivia Molina, como los secundarios rinden a gran nivel.
Fresca y alegre, Dieta Mediterránea es una comedia simpática y ligera que se deja ver con una sonrisa, aunque siempre se espera algo más que el simple entretenimiento de un cineasta de la talla y todo un experto en la comedia como Joaquín Oristrell.