El desafío: Frost contra Nixon
Una película procedente de la adaptación de una obra de teatro que a su vez se basa en un hecho real: el juicio que nunca tuvo Richard Nixon como consecuencia del mayor escándalo –los líos de faldas me son indiferentes– que rodeó a la Casa Blanca: el caso Watergate. La película comienza con fuerza y movimiento, un joven presentador popular británico que trabaja en Australia en un programa de entretenimiento se le ocurre la alocada idea de entrevistar al ex presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon. Nada será fácil, David Frost tendrá que negociar con los medios de comunicación y los anunciantes, nos refleja un perfecto panorama de lo que hay detrás de las “inocentes” cámaras de televisión. Con un ritmo trepidante y una música excepcional se avanza en los preparativos de lo que será la entrevista que cambió las formas de comunicación de la política actual.Frank Langella borda su papel y se come, literalmente hablando, a Michael Sheen que a veces aparece un poco apagado. Esta pareja tendrá una peculiar lucha interior y exterior que se verá reflejada en una dura batalla dialéctica, Frost querrá ser reconocido como un gran entrevistador y no como un simple “hombre espectáculo” y Nixon desea que la gente olvide sus errores y le reconozcan como el héroe que nunca fue; por ello, elige como entrevistador a un débil Frost, alguien fácil de aplacar en el plató, pero no será tan fácil, en parte por el buen equipo de investigadores que rodea a Frost. La entrevista irá avanzando hasta su parte final que aunque se presupone que el espectador conoce como acabará la historia no dejará de sorprenderle.
Un humor inteligente y ácido se manifiesta en toda la cinta –en parte gracias a la labor de Peter Morgan– que tiene algunos altibajos antes de su parte final. Ron Howard consigue que la expectación vaya creciendo e incluye entre medias de la película, a modo de documental, entrevistas cortas realizadas en el futuro a los propios protagonistas. Rodada con corrección pero no con brillantez, quizá si hubiese caído en otras manos se hubiera conseguido un mejor resultado. Pese a todo, la entrevista no desmerece y consigue que no solo capte el interés de profesionales de la comunicación o de la política, el público en general sabrá apreciar las buenas intenciones de esta entrevista que marcó un hito en la televisión mundial: un primer plano puede decirlo todo.
Lo mejor: La interpretación de Langella.