La delgada lÍnea roja
Terrence Mallick adapta la novela homónima de James Jones para realizar posiblemente la película bélica más intimista de la historia. La acción transcurre en la Segunda Guerra Mundial, en Guadalcanal. Un batallón, al mando de un coronel que sólo busca medrar, desembarca en la isla y su primera misión es tomar una colina, un lugar estratégico que les costará muchas vidas y sufrimiento.El punto de vista elegido por Mallick es interior: aunque sea una película coral, predomina el individuo. Al director le interesa más la radiografía que la imagen de cada soldado; y así nos lo hace ver. Detecta el alma de cada personaje gracias a algunos recuerdos en flash-back; a la música de Hans Zimmer, que silencia los gritos; o a voces en off que resuenan en las excelentes imágenes fotografiadas por John Toll.

Para enmarcar la película, Mallick elige dos caracteres enfrentados: el sargento primero Welsh (Sean Penn) y el soldado Witt (Jim Caviezel) -dos conversaciones entre ellos, una en el arranque y otra al final, presiden la cinta-. El primero, es un veterano escéptico que intenta llevar a su terreno al segundo, un idealista que aún cree en la bondad de las personas. La elección de los actores es perfecta. Ahora sabemos lo bien que se le dan los papeles de místico a Jim Caviezel; pero Sean Penn no le va a la zaga en una actuación muy cercana a la de Corazones de Hierro (Casualties of War de Brian de Palma, 1989).
La Delgada Línea Roja anticipa en algún sentido el carácter religioso de Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan, de Steven Spielberg, se estrenaría al año siguiente), auque su resolución es más pesimista. Las dos cintas inciden en la moral cristiana de dar la vida por los demás. Pero, mientras la de Spielberg concluye con ese mensaje, la de Mallick da una vuelta de tuerca final para quedarse con lo inútil del gesto y lo absurdo de la guerra.