El intercambio
Hace poco, en un suplemento, publicaban una entrevista a Clint. Está en una pradera y está con las manos en los bolsillos mirando el horizonte. Pues siempre me lo imagino así rodando sus películas, sus buenas obras maestras como esta.
El intercambio, que bien podría ser un drama facilón disfrazado de oportunidad pagada por la propia actriz, es una durísima, acongojante y acojonante obra maestra. Angelina Jolie nunca tendrá un papel como éste y nunca lo hará tan bien. Y Clint nos deja con la duda de qué coño habrá hecho en Gran Torino.
La historia de un niño desaparecido se convierte en una odisea para una madre que cuenta con que la polícia de Los Ángeles lo encuentre. La perfectamente comprensible decisión de la madre de no abandonar la búsqueda es el desencadenante de una historia que destapa corrupción y brutalidad policial, pero también habla de las injusticias que salen por si solas a la luz. Ante un personaje tan potente como éste, cuya máxima aspiración es volver a tener a su hijo en casa, surge un cataclismo emocional y emotivo que llega al espectador de una forma tan directa como un puñetazo de boxeador.
A pesar de la pulcritud del vestuario y la perfección de la ambientación, la historia recoge terribles momentos relacionados con la violencia a menores y también con perversiones estatales como son la corrupción política y policial. La escasa ayuda que puede encontrar en su camino, a la cual tampoco se aferra ya que es una mujer independiente y soltera que ha estado cuidando a su hijo, resultaría, hoy por hoy exótica y hasta increíble, pero viene a ser un pequeño retrato, universal, de que la gente recta y con principios se manifiesta de muchas maneras, a cara descubierta o con una pancarta en una manifestación.
El intercambio es una película de dos horas y media que tal vez no debería tener esa duración, pero se le perdona. Malkovich, y el resto del elenco están excelentes… no sé qué más cosas positivas decir de ella.
Bueno, si, que es una película cargada de tantísimo talento y emotividad que llegará al espectador como una sobredosis de tristeza con un rastro de esperanza. Y que demuestra que hoy por hoy no se hacen películas así.