Asalto al tren Pelham 123
Me gusta Tony Scott. No lo niego, me gusta su estilo videoclipero monótono pero vibrante. Eso si, es como las comilonas: sólo de vez en cuando. Normalmente espacia sus películas de forma que te puedes pegar un atracón visual cada uno o dos años. Después de Deja Vu, tocaba esta. Bien.
Denzel Washington es una maravilla de actor. No me extraña que Scott siempre le contrate: resulta convincente y muy cercano. Travolta hace de malo y tampoco lo hace mal. Secundarios bien y la cinematografía la de siempre: brillante.
El problema de las películas de Scott es que pocas veces la historia traspasa ese telón visual. Casi siempre quiere contar una historia con fondo humano y carga moral, pero tan planito ralentizado y montaje taquicárdico hace borroso el mensaje. En este caso quiere contar que alguien con un trabajo normal se puede enfrentar con una situación excepcional. A todos nos puede pasar alguna vez. Unos estamos a la altura y otros no.
Con fondo económico, se establece una relación de amistad entre malo y bueno. Un personaje capaz de todo y otro más temeroso y menos acostumbrado a la falta de escrúpulos. El choque entre ambos resulta creíble, pero por pequeños detalles no me llego a creer la situación por la que están pasando.
Es un bonito entretenimiento, pero si Scott recuperara la sobriedad de, por ejemplo, Deja Vu, la película podría haber sido más creíble y más emocionante.