The Fall
Tenía grandes esperanzas depositadas en esta película, que ha tardado casi dos años a nuestras pantallas, después de que se erigiese triunfadora del festival de Sitges en el 2007. Su director de origen indio, el imaginativo Tarsem Singh, ya me había sorprendido con el mundo onírico que diseñó en “La celda”, lo que dejaba claro que la forma de la película iba a ser un gusto para los sentidos. La única duda era si encontraría una historia que se adaptase a su imaginería personal, que pudiese dar rienda suelta a su ornamentada visión estética sin que ésta se volviese el fin, sino que supusiese un certero medio de comunicación que enriqueciese en vez de ocultar carencias.
El resultado se me queda un poco a medias. Estéticamente está muy por encima de la media y aún así no llegó a sorprenderme salvajemente. Está bien, quizá parte de la culpa ha sido mía por establecer un listón demasiado alto. De todas formas, nada que reprochar a una fotografía magnífica, un impresionante vestuario sacado de la mente de un niño y personajes que podría haber firmado el mismísimo Michael Ende. Todo esto, en la parte de la historia referente al cuento… aunque, me estoy adelantando, quizá debería decir un poco de que va el asunto.
En los años 20, época en la que el cine aún gateaba aprendiendo a cada paso de la mano de maestros como Chaplin o Buster Keaton, un especialista es internado en un hospital después de una acción suicida, totalmente deprimido después de ver cómo el amor de su vida le abandona por el galante y chulesco protagonista de la película en la que participaba. Allí conocerá a Alexandria, una niña preguntona, curiosa y muy espabilada a la que le contará un cuento épico, reflejo de su oscuro estado de ánimo. El cuento evolucionará a través de los sentimientos del especialista, que aprenderá bastante a través de la inocente visión de la pequeña.
Como decía, la puesta en imágenes del cuento es un despliegue de color y buen gusto, pero, ¿está la historia a la altura de su envoltorio? Pues a mi modo de ver se encuentra algunos enteros por debajo. La trama avanza de forma lenta, deleitándose en imágenes de postal, alargando el metraje hasta el límite permisible. De hecho, me vi mucho más involucrado en el drama del especialista y las inquietudes de Alexandria que la fábula salida de la imaginación del protagonista, aunque ambas historias vayan entrecruzadas. De la misma forma que me pasó en “El laberinto del fauno”, me atrapa más el mundo real que el imaginario, incluso cuando en este caso la historia sea mucho menos trascendental que en la película de Guillermo del Toro.
Una gran baza para que los momentos en el hospital me atrapasen es la magnética personalidad de Alexandria, la niña protagonista, a la que dan ganas de apretar las mejillas como las abuelas y achucharla todo el rato. Una prodigiosa variedad de mohines y expresiones que acaban enamorando. Una demostración de que la sencillez es la clave para un gran trabajo actoral, trabajo que se ve perfectamente acompañado por la sensibilidad de Lee Pace, protagonista de la película y de la última serie que he descubierto, la colorida y azucarada “Pushing Daisies” (traducida como “Criando malvas” en nuestro país), que por cierto, me encanta.
Por todo esto, “The fall” posee un gran número de cualidades que hacen de ella una muy buena elección en la cartelera tan floja que estamos teniendo este mes, pero me sorprende que se haya llevado el galardón a la mejor película de un festival tan variado como el de Sitges. Aún así, tengo la impresión de que ganará puntos si alguna vez le concedo un segundo visionado, cuando mis expectativas se adapten a su nivel real y pueda contemplar la historia de manera un poco más objetiva. El tiempo lo dirá.