Celda 211
El cine "de género" sigue maltratado en nuestro país. Como si fuese apestado, o menos prestigioso. O peor. A pesar del renacimiento de cierto cine "de terror" gracias a [REC] o EL ORFANATO, el cine con escuela en los géneros clásicos, en España siguen completamente marginados. Es más, se les evita en pos de un cine más profundo e intimista que poca gente quiere ver.
Solo unos pocos directores lo mantienen vivo. Alex de la Iglesia, a pesar de su humor muy autóctono, trata el cine desde los géneros. También Alejandro Amenábar, que picó billete de nuestro cine hace tiempo (con todo el sentido), o el director de ésta magnífica película que es CELDA 211, el también ex-subdirector de Días de Cine, Daniel Monzón.
CELDA 211 funciona sobre los esquemas más clásicos del thriller. Todo ubicado en una prisión, lo que le da un tono muy de cine de los 80 o principios de los 90. Un poco como las películas de Walter Hill, con sus personajes masculinos duros, femeninos tópicos (y pocos, muy pocos), su violencia y su amoralidad por momentos.
Es una película muy divertida, construida sobre patrones muy reconocibles dentro del cine de cárceles. No trata de ir mucho más allá, ofreciendo lo que se exige en una de éstas películas, además de regalar al público de manera magistral todos los placeres que proporciona el género. De modo acertado y directo.
Al funcionar sobre los patrones más clásicos del cine carcelario, como son la lealtad, la corrupción policial, la violencia, el peligro,… Monzón se permite coger referentes de un cine muy contemporáneo sin miedo a que el público no entienda algo. De ésta manera, CELDA 211 se parece mucho en su planteamiento a CON AIR; ya que el personaje Juan Oliver, el desafortunado funcionario que se mete en el gran follón, es un infiltrado involuntario que se hace amigo del líder de "los malos" (un líder, por cierto, calvo, con perilla y con mote) Se convierte en el mejor amigo del antagonista, dentro de un entorno de conflicto.
Después, ese planteamiento evoluciona de manera parecida, ya que se pide un "algo" a cambio de rehenes. Y el personaje protagonista, en continuo peligro, debe apoyar a un grupo exterior de fuerzas policiales, que son conscientes de sus actos. Al contrario que el resto de internos.
La amistad entre ese icónico personaje, del que hablaremos luego, que es Malamadre y Juan Oliver evoluciona desde cero a mil en poco tiempo. Convirtiéndose Malamadre en un defensor de Oliver, en contra de las ideas de muchos otros internos. El planteamiento de ese conflicto interno, es muy parecido al acontecido en RESERVOIR DOGS, entre el Sr Naranja y el Sr Blanco. Teniendo su clímax cuando el infiltrado, en los dos casos, confiesa a su amigo su verdadero papel dentro de la historia.
Es poco corriente que el cine español nos ofrezca al público una de las cosas que más nos pueden gustar en una película. Y me refiero a los personajes icónicos. Posiblemente no ocurría algo igual desde Torrente. Y me explico.
Un buen personaje icónico es ese al que, al salir de la peli, imitas continuamente. Te planteas vestirte igual que él o ella, o decides disfrazarte en Halloween.
Puede sonar a cachondeo, pero es la pura verdad. Lo escrito arriba es lo que mejor puede definir a un personaje icónico, ya que un personaje de éste tipo no nace, lo transforma en icónico el público. Y eso es lo que es Malamadre.
Un inmenso Luis Tosar nos regala un personaje que nace desde una voz profunda y que viene de la zona más oscura del hombre.
Consigue caer bien desde el principio, siendo un gran hijo de Puta con un código de honor sólido y envidiable para la gente que está fuera de la cárcel, y nos enseña que en la libertad de aquí fuera, solo podemos ser mentirosos, traicioneros y poco honestos. Y encima no gusta, y queremos ser como él, y tener la voz ronca, para así ser más molones.
Creo que puede ser un papel ignorado por una industria que, mientras más deprimente y triste sea un papel, mas prestigio le dan, y si es triste, deprimente y además perteneciente a la guerra civil (dentro del bando rojo claro) más les gusta a los académicos de nuestro cine. Y Malamadre no es así. Malamadre es macabro, peligroso, sucio, violento y lo más carismático que ha dado el cine español en años. Pero veremos que pasa, porque todo el mundo habla bien de él a día de hoy, y en ocasiones la academia no puede hacer oídos sordos al público. Por mucho que nuestra ¿industria? lo haga.