Pasable thriller que gusta pero que no entusiasma, con una trama que va en aumento, con veinte buenos minutos de tensión a mitad de película, pero con un fallido desenlace.

★★★☆☆ Buena

Transsiberian

La peli empieza con dos americanos, el tonto de Cheers y mi propia secretaria en la mierda de remake de la Pantera Rosa, que deciden viajar desde la China hasta Moscú con el ferrocarril Transiberiano. Lo cierto es que en avión se va de puta madre, pero es que el tonto de Cheers es un apasionado de los trenes o algo así y al hombre le hacía ilusión. Pues se va a cagar. En estas estamos, con los dos guiris cantando como almejas entre los demás pasajeros, cuando conocen a la pareja con la que compartirán departamento el resto de viaje, el malo de Tesis y una pelirroja con cara de empanada, pero que está un rato buena, y que además van más salidos que dos perros en celo. Rápidamente se harán coleguitas y se van de bebercio juntos al vagón comedor y esas cosas, a pesar de que los dos nuevos pasajeros tienen una pinta chunga y todo apunta a que esconden algo, pero a kilómetros, aunque, como el tonto de Cheers es tonto y la otra se deja tirar la caña por el malo de Tesis, pues ni puto caso a lo que resulta más que evidente. La cosa se complicará por momentos con la misteriosa desaparición del tonto de Cheers y la entrada en escena de Ghandy, como un policía ruso con muy malas pulgas. El misterio está servido.

El director de la peli es el señor Brad Anderson, que se dio a conocer el año 1998 con su primera peli, Próxima parada Wonderland, apuntó maneras con Sesión 9 (como no he visto ninguna de las dos mejor me callo) y conquistó a parte de crítica y público con El maquinista (que conste que a mi no me conquistó en absoluto porque aparte de una muy buena ambientación pocas virtudes le encontré a una peli donde el malo se afeitaba con un cuchillo al estilo Rambo). Lo cierto es que parece que el hombre se esté especializando en llevar a la gran pantalla auténticas pesadillas, rodadas en ambientes cerrados. Entre los actores encontramos a Woody Harrelson, un currante de esto de hacer pelis con una larga filmografía aunque nunca haya llegado a ser una gran estrella, Emily Mortimer, cuyo mayor logro radica en haber trabajado con Woody Allen en Match Point (era la novia despechada), Eduardo Noriega, que sigue empeñado en darse a conocer fuera de nuestras fronteras (ya lo intentó con Novo o, la más reciente, En el punto de mira) y Ben Kingsley, otro actor con gran filmografía y grandes títulos, cuyo cráneo lleva paseando por la gran pantalla desde principios de los ochenta, cuando se diera a conocer con la película que le dio la fama (y un Oscar), Ghandy. Además, la película, como ya ocurriera con la anterior, El maquinista, también tiene capital Español en la producción (supongo que por eso siempre acaba metiendo algún actor patrio entre el elenco).

Como ya he dicho, la peli es una pesadilla, con todas las letras y, ante todo, un thriller, con buena parte de lo que ello conlleva. La peli empieza bien, todo va viniendo rodado, fluido y con buen ritmo, aunque rápidamente se puede empezar a intuir por donde irán los tiros. Después de una hora de metraje (ya aviso que la peli dura casi dos horas) la película se empieza a acelerar y por fin consigue transmitir la tensión esperada, atrapando al espectador, sensación que nos acompañará durante unos buenos veinte minutos, sin duda, lo mejor de la película, coincidiendo con la entrada en escena de Ben Kingsley. Lamentablemente todo lo que sube, baja, y, pasado el subidón, la peli se precipita hacia un final bastante fallido, además de rockambolesco. En definitiva, tres fases de película: una correcta aunque previsible, otra álgida y de auténtico thiller y una tercera de bajón y, porque no decirlo, de cierto desengaño. Otro de los problemas es que la mayoría de los personajes están demasiado estereotipados, lo que ayuda a que el factor sorpresa no acabe de funcionar como debiera. No obstante, la sensación global, al acabar la película, es positiva, de haber entretenido y de no haber aburrido (a pesar de las dos horas, perdón que insista), aunque sabiendo que la película será fácilmente olvidada y que perdurará poco tiempo en el recuerdo.

Resumiendo: Pasable thriller que gusta pero que no entusiasma, con una trama que va en aumento, con veinte buenos minutos de tensión a mitad de película, pero con un fallido desenlace.

Lo mejor: La aparción de Ben Kingsley
Lo peor: El desenlace
publicado por Jefe Dreyfus el 30 octubre, 2008

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