La desconocida
Por las dos películas de Giuseppe Tornatore que he visto hasta la fecha – la entrañable “Cinema Paradiso” y la que comentamos hoy – puedo llegar a la conclusión sin equivocarme de que es uno de los más hábiles descubridores de niños actores que hay sobre la faz de la tierra. Eso y que tiene una habilidad especial para contar fábulas llegando, a base de pequeñas y constantes paletadas, al corazón del espectador. Da igual que nos cuente una historia sencilla de personajes alrededor de una sala de cine, como el dramón de una extranjera puteada por la vida intentando encontrar el equilibrio. Al final, la amargura del relato vendrá acompañada por una media sonrisa de esperanza.
La película no pierde el tiempo en ponernos en situación. Comienza con un prólogo en el que se muestra que la protagonista, Irena, una inmigrante ucraniana en Italia, las ha pasado realmente canutas en el pasado ejerciendo de prostituta bajo la tiranía de un chulo de los de mano ligera, pasajes de su vida a los que la historia volverá recurrentemente en forma de claustrofóbicos e hirientes flashbacks.
En la actualidad, Irena hace todo lo posible por conseguir un trabajo en un edificio en concreto, que le servirá para restablecer su paz interior y reconciliarse con la vida, pero su pasado no se lo pondrá tan fácil, volviendo a ella con brutalidad y desmoronando de nuevo su frágil reconstrucción.
Tornatore es capaz de moverse entre géneros de forma elegante, sin que notemos nunca un cambio de paso apreciable. De la denuncia al thriller, de ahí al drama, pasando por la fábula realista y acabando, como decíamos, con un deje de esperanza, con una sonrisa que destila en la pantalla la posibilidad de que, por muy mal que hayan ido las cosas siempre se puede hallar una perspectiva que mitigue el dolor pretérito.
Apoyando las imágenes, de manera siempre presente, sublimando cada emoción de cada fotograma, se encuentra la genial partitura de Ennio Morricone, que a sus 80 años y una carrera a sus espaldas que lo convierten en una leyenda viva del mundo del cine, es capaz de ofrecer una banda sonora inigualable, desgarradora en algunos momentos y sutilmente desapercibida en otros.
La protagonista, Kseniya Rappoport, es capaz de transmitir con una mirada limpia y penetrante la angustia de quien es vapuleada constantemente por su destino, la arrogancia de quien se resiste a dejarse vencer y la ternura de quien almacena cariño y buenos sentimientos a pesar de una vida plagada de malas decisiones. Su carácter luchador unido al de una adorable Clara Dossena, interpretando a una niña que sufre una enfermedad que limita sus reflejos a la hora de parar sus golpes cuando cae, conforman la metáfora final de la película, las ganas de volver a levantarse cuando no quedan fuerzas, la lucha constante contra las adversidades.
Sólo dos películas he visto de Tornatore y las dos me parecen obras cargadas de sensibilidad y gusto por un buen dibujo de los personajes y giros de guión sin gratuidad, con un propósito concreto. A lo mejor va siendo hora de darse un garbeo por el resto de su obra.