Raúl Peralta es el hijo de un periodo oscuro de Chile donde la represión, la inseguridad y la moral de la mayoría estaba por el suelo.

★★★★☆ Muy Buena

Tony manero

Silente, malvado, obsesivo, impotente, una larga lista de adjetivos se podrían utilizar para describir a Raúl Peralta, el Tony Manero que interpreta magistralmente Alfredo Castro lo que le valió muy buenas critica en la quincena de realizadores de Cannes, una sección menor al cuadro principal  de ese prestigioso festival pero que sirve para que en otras latitudes se fijen en esta cinta y logre mayor distribución. La historia esta ambientada en el Chile de fines de los setenta en plena dictadura de Pinochet donde los toques de queda  la represión es pan de cada día en la segunda película de Pablo Larrain(La Fuga)donde logra en ciertos pasajes mucha tensión, con su inquieta cámara que a veces desconcierta al espectador con sus continuos desenfoques intencionales que a veces son percibidos por los espectadores como fallas de proyección. El personaje principal es victima  de la represión, de la moral baja, de la desocupación volcando todo eso contenido a una violencia inusitada, gatillada por la obsesión de ser Tony Manero personaje de “Fiebre de Sábado por la Noche” que interpretara el célebre Travolta. De hecho esta cinta la ve en reiteradas ocasiones en el cine para perfeccionarse e imitar sus pasos y hasta diálogos en un pobre ingles. Traspasará  todos los límite incluso matar para crear una atmósfera ideal para su personaje que vive como propio con supuesta perfección. Tres mujeres son su entorno inmediato y compañeras en un salón clandestino de baile donde es idolatrado por estas féminas que saben en su fuero interno que su hora de gloria ya paso pero no lo dicen abiertamente.  El mítico programa en su sección de dobles aparece como una posibilidad para lucir su traje que pasea constantemente en una funda sin mostrarlo, y llegar a la gloria al fin auque tenga más de cincuenta años. En la parte técnica Larraín se envalentona y acerca a veces a Dogma, con cámara en mano, sonidos ambientes y diseño de producción que se fijo en todos los detalles de ambientación. La Imagen deslavada, muchos silencios y su desarrollo a ritmo lento igual cautivan haciendo que el final incierto  pegando en la butaca a los asistentes que esperemos que logren dimensionar que esta película debería al menos en algunos festivales latinos entregarle un premio a Castro por su enorme interpretación.
publicado por David Lizana el 24 octubre, 2008

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