El increíble Hulk
¿Realmente merece la pena llevar a la pantalla de cine una y otra vez a los héroes de los cómics? ¿Cuántas veces nos ha emocionado más la película que el cómic? La trilogía sobre los X-men fue deplorable y se cargaba el espíritu, la magia y la atmósfera de perdición de unos héroes malditos, las películas de Batman parten de una premisa ridícula: un tío muy serio que se disfraza de murciélago para salvar el mundo y eso cuela en tebeos pero en una pantalla gigante saca los colores; la trilogía de Spiderman tenía momentos espectaculares pero quién cambiaría una colección de tebeos sobre el superhéroe por el dvd? Otros como Hellboy, Catwoman, Electra, Daredevil, Los 4 fantásticos, El motorista fantasma, El castigador, Iron man o Sin city ni siquiera merecen reflexión, directamente es basura para consumo de imbéciles. Quien adora el cómic detesta el cine de superhéroes.
Ang Lee el genial director de Sentido y sensibilidad, La tormenta de hielo, Tigre y dragón y Brokeback mountain lo intentó con su Hulk queriendo captar la esencia del cómic pero fracasando estrepitosamente. Si Ang Lee hizo el ridículo, ¿qué podíamos esperar del Louis Leterrier director de las horrorosas Transporter 1 y 2? En este caso Abominación no es sólo el rival de Hulk en esta película, la abominación es Louis Leterrier.
El increíble Hulk tiene un primer acto bonito con la espectacularidad de las favelas brasileñas donde se oculta Bruce Banner. Y ese primer acto termina en el boom de la primera transformación de Edward Norton en “La Masa”, chapeau.
Sin embargo el guión y sus expectativas se van desinflando a medida que avanza la película por la incapacidad de generar emociones – horrible Liev Tyler – ni crescendos, ni reflexiones – apenas pinceladas forzadas sobre el peligro de la manipulación de la naturaleza o de la voracidad que genera el poder –; por el tristísimo sentido del humor morancoso y por la incapacidad de entender las motivaciones que generan las acciones de los personajes protagonistas – ¿por qué odia tanto el general a Bruce Banner?, ¿por qué Tim Roth-Abominación se vuelve malo malísimo?
Todo degenera en un final reconducido al enfrentamiento entre dos monstruos – como los combates falseados de la lucha libre americana – donde francamente entre tanta frialdad y hastío nos da igual quien salga vencedor.
El cine no debería ser una máquina de churros.